“We are the music makers and we are the dreamers of dreams”

Hoy, 29 de Agosto ha sido un día triste para cinéfilos, los amantes de la comedia, y uno personal: Gene Wilder acaba de cerrar los ojos por última vez. Wilder, quien llevaba años recluido en la seguridad de su hogar y su familia, resulta que comenzaba a padecer de los estragos del Alzheimer, aquella terrible enfermedad que nos priva de nuestra identidad a grados aberrantes. Esto era algo que desconocía y me parece muy lamentable, porque estamos hablando de uno de los mejores comediantes que tuvimos la suerte de haber presenciado en el cine.

Gene Wilder desde que fue un niño fue adepto a la comedia, la usaba para alegrarle la existencia a su madre con la idea de que si la hacía reír la haría sentir mejor, el hecho de verla reír le hizo crecer una seguridad para intentar dedicarse a la actuación. Su carrera se definió por personajes excéntricos y también con el hombre común a punto de quebrarse en una caricatura cuál Pato Lucas. Estos personajes eran únicos para el actor de pelo extraño y ojos profundos, no puedes imaginar a otra persona desarrollando estos papeles y no deberías.

Tras una carrera en la que dirigió y actúo a pesar de sus desgracias personales, simplemente se aburrió. Se aburrió del medio, de cómo se trabajaba, y su disposición para volver a actuar era que se le diera un guión excelente.

Nunca llegó ese guión que nos permitiera verlo de nuevo en la pantalla grande y es muy probable de que Wilder no fuera reconocido por mucha gente en estos tiempos por sus películas, sino por ser la imagen de uno de los “memes” más usados entre los internautas. Esta situación tan estúpida que demuestra el cambio de las generaciones es una de las mejores bromas que pudimos tener.

En serio.

De todas formas, para eso estamos los que lo conocimos. Para dar fe de su calidad actoral y esperar que más gente conozca su legado.

 

Young Frankenstein (Mel Brooks, 1974).

Esta es la película definitiva para entender a Gene Wilder. Su personaje del heredero del doctor Frankenstein -o mejor dicho, Fronkonsteen es delicioso porque vemos que dentro de su ser hay realmente un hombre loco y sediento de experimentar con lo que conlleva su legado. Y lo hace con una efusividad contagiosa, explota de furia en un papel que fue injustamente ignorado por la Academia (como la carrera de Wilder). Esta película de Mel Brooks fue su favorita de realizar, porque hizo dupla con el director al realizar el guión y una que otra idea que tuvo más la fé del actor que del director. Y esto lo percibes porque Young Frankenstein es de esas películas que cuando ves, terminas toda la semana parafraseando, recordando sus escenas, riéndote a solas mientras caminas por la calle cuando recuerdas esos chistes fálicos y aprecias la música del siempre genial John Morris. Esta fue la primera película que vi del actor gracias a mi padre, una que he vuelto a visitar un gran número de veces, la primera película que me compré en Blu Ray -tengo una afinidad a recordar esas primeras veces- y es una que de verdad te hace extrañar a las comedias de antes: tan estúpidas, pero tan elegantes. Cuando hacer una parodia no era sobre escupir referencias guiñando el ojo de manera burlona.

Blazing Saddles (Mel Brooks, 1974).

Otro legendario filme de Mel Brooks del mismo año que demuestra lo talentoso que era en los 70’s, porque no cualquiera se echa la tarea de crear dos clásicos de la comedia el mismo año en diferentes estudios y con temáticas dispares. Siempre se entra a debate sobre si esta película o Young Frankenstein es la mejor de todo su catálogo, lo cierto es que de nuevo estamos frente a una parodia que homenajea los estereotipos del “western” pero la decisión por la que Blazing Saddles tiende a ser superior es porque tiene el descaro de burlarse de una situación que muchos ya habríamos considerado que estaba en el olvido, pero no. El racismo y sus estúpidos fieles son el tema central presentes en una película vulgar, con todo y el primer chiste de pedos de toda la historia… y vale cada maldito centavo que gastes en ella, porque su uso controversial tiene causa y se da la oportunidad de tomar un tema que de seguro no se manejaría igual en la actualidad. Gene Wilder en totalmente diferente al de la película anterior con The Waco Kid,  un vaquero con una mirada perdida, ebrio y estúpido pero de buen corazón, un héroe que resulta ser el hombre más rápido de la historia a niveles ridículos que te dejanun vaquero apagado, ebrio y que resulta ser el más rápido de la historia, a niveles ridículos.

Willy Wonka and the chocolate factory (Mel Stuart, 1971).

https://www.youtube.com/watch?v=r2pt2-F2j2g

Sí, estoy plenamente consciente de que el río de chocolate parece diarrea, pero es el único problema que la película de Mel Stuart tiene, porque Willy Wonka y la fábrica de chocolate es fascinante. Wonka es un hombre con imaginación, corazón, de voz hermosa y que puede ser bondadoso con un niño de buenas intenciones; sin embargo, resulta que es más un misántropo y de acidez infinita que hace que el destino de los niños estúpidos parezcan planes malévolos que ideo desde hace tiempo. No sabes qué va a hacer en la escena y pasa por todos estos estados en segundos. Te asusta en esa secuencia del río -por Dios ¿A quién no?-, te da risa por su tedio al tratar idiotas, pero te puede hacer llorar cuando lo escuchas cantar, ¿Cada cuándo te encuentras con un personaje así?

Es por mucho el papel más simbólico de Wilder, y uno por el cuál se volvió famoso entre los niños, quienes todavía reconocían esos ojos depresivos como los del genio de la fábrica de chocolate.

 

Larga vida a los peleadores, larga vida a Gene Wilder, muchas gracias por tantas lágrimas y risas, hoy son más lágrimas pero te prometo que no es para siempre.

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