No hace mucho tiempo, recuerdo que cierto día de la semana (jueves, para ser más específico) la gente se aglomeraba en los puestos de nieve de yogurt de los supermercados para consumir dichos postres; no es que los odie, mi naturaleza estomacal que repudia los lácteos no me hace el mejor fanático de la leche, o el queso, o de estos helados y cualquier variedad de lácteo. Pero me llamaba la atención ver que en realidad, la gente se volvía loca por tener uno, sea por la idea de un 2×1 (porque es bastante caro) o por la idea de que es un producto sano, ignorando muchos que se trata de mucha grasa; siempre al ver este fenómeno pasaba a mi mente The Stuff.

Un anciano descubre una sustancia extraña y viscosa en la nieve, naturalmente hace lo que se debería de hacer cuando encuentras una sustancia viscosa: se la come, y gracias a ello descubre dicha sustancia es deliciosa y adictiva. Así nace The Stuff, una combinación de nieve y yogurt y que vuelve loca a la nación. Las demás empresas de helados están desesperados por las bajas ventas a comparación de The Stuff y contratan a un espía llamado David “Mo” Rutherford (Michael Moriarty) para investigar el cómo se hace este producto; mientras continúa con su investigación y coquetea con la encargada de publicidad de The Stuff, se va dando cuenta de que la gente actúa de manera extraña, como si estuviesen hipnotizados por el producto. Al mismo tiempo un niño llamado Jason (Scott Bloom) se da cuenta de que The Stuff es más que un simple postre, pues toda su familia lo devora con devoción, y aparte lo vio moverse en su nevera… claro que nadie le cree.

 

Después de todo ¿Le creerías a tu hijo que tu yogurt matutino trata de matarte?

Después de todo ¿le creerías a tu hijo que tu yogurt matutino trata de matarte?

 

The stuff de Larry Cohen trata de ser una crítica al consumismo, sobre todo del que surgió en los años ochenta, donde todos se volvían locos por cosas tan banales como un cubo rubik, un troll desnudo, y demás patraña. Esta fiebre de comprar permaneció en los años noventas, y todavía sigue; The Stuff es una película cuya crítica aún sigue vigente, pues todavía nos volvemos locos por comprar en Starbucks y no se diga del uso tan banal de las redes sociales para enaltecer dichos productos e implementarlos en nuestras vidas. Tiene su encanto ver The Stuff y apreciar las etiquetas, envolturas, y logos de empresas que permanecen con nosotros pero con cambios radicales, y otras devoradas por el tiempo y el capitalismo. Algo atrevido si te pones a pensar que se trata de una película que no deja como a héroes a las empresas envidiosas tratando de boicotear a su competencia

 

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Debe ser la única película en donde Mcdonalds y KFC están felices de explotar a la competencia que se interpone entre su eterna batalla por la grasa.

 

La historia escrita por el propio Cohen es un homenaje de dos clásicos: “La Invasión de los Usurpadores de Cuerpos”(Don Siegel, 1956) y “La Mancha Voraz” (Irvin Yeaworth, 1958), películas sobresalientes de una época en donde el temor latente de la nación Americana yacía en seres de otros planetas, amén de si esto tenía alguna metáfora o no. De la primera notamos los elementos de paranoia que sufre Jason, niño tonto pero no adepto a The Stuff, mientras que de la segunda tiene los elementos serie-B sobre una entidad viviente odia humanos.

Y es muy sobresaliente pensar que el producto podría ser real, gracias a su marketing y jingles del demonio que no puedes olvidar (creados por Richard Seaman, experto en jingles de la vida real). Realmente hacen que tengas deseo de probar esa cosa.

Desgraciadamente, The Stuff tiene un potencial que nunca alcanza. A pesar de poder tener los elementos que podrían hacerla un clásico de la época, todo se muere por una falta de calidad en el guión; te pierdes en los diálogos estúpidos, y en un clímax completamente aburrido. El protagonista es insípido, y sus acompañantes también, no hay un personaje memorable, y sabes que estás jodido si el líquido blanco resulta tener más impacto en la audiencia que aquellos que tratan de detenerlo.

Mo’ Rutherford es la versión barata de un James Bond, espía de negocios y con un acento similar al de los sureños que tratan de venderte autos usados en Estados Unidos. No tengo idea de si la intención de Michael Moriarty era la de crear algo tan vacío y casi en un tono paródico, o su intención era de hacer el mejor espía Texano de la historia, claro que eso le da un estilo barato y descuidado que las películas serie-B tienen. Jason es estúpido, Chocolate Chip Charlie es un personaje que parece que será divertido pero de pronto desaparece y sólo hasta que la película lo recuerda aparece, y ni qué decir del desperdicio que resulta tener a Paul Sorvino en la película y que sólo se dedique a ser un general racista de esos que se la pasan gritando ‘Merica!

Larry Cohen puede ser un director que rescata el estilo “cheesy” y serie-B, pero The Stuff no es uno de esos proyectos que salen airados, es peculiar y una idea creativa, pero si ya tenían semejante proyecto, resulta triste atestiguar el desastre que se convierte.

Hay que reconocer que el trailer está repleto de misterio y suspenso, sin mostrar mucho de las peripecias de The Stuff. Anexo está la película con una curiosidad: tiene el doblaje latino original, y los seguidores de cierta caricatura se regocijarán al escuchar la voz de Mario Castañeda por ahí.

 

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