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AYOTZINAPA: NI UN MINUTO DE SILENCIO (Primera Parte).

Me encuentro en la sala de prensa ubicada en la universidad de Guanajuato, soy de los primeros en llegar y estoy en mi computadora personal dispuesto a escribir sobre la plática que acabo de presenciar… y estoy mirando al vacío. No por la idea de que no presté atención, vacío de ideas por una irresponsabilidad que pude haber arreglado simplemente saliendo de lugar y disponiéndome a hacer otra cosa, más bien, porque lo que acabo de presenciar fue algo mágico. Mi corazón palpita con una calma de nervios, de esa palpitación que hace que cada torrente de sangre de tu cuerpo cuente y lo sientas, ese que podemos confundir con miedo y emoción, y mis manos, mis manos son un nudo de pulgares, meñiques y compañía dignos del más hábil de los marinos, unos que tiemblan y sudo frío durante todo este tiempo.

Soy Deus, un sujeto que escribe de cine, un sujeto que sus problemas inundan su futuro y que esta en un punto donde la incertidumbre que muchos padecen en la adolescencia clama en estos momentos. No soy una persona activa políticamente, a lo mucho leo de lo que pasa en mi país y mi comunidad, me indigna pero de ahí no pasa, prefiero estar en la comodidad de mi hogar pensando en si podré estudiar cine, o si podré comprar ciertos artículos de mi colección que no pasarán a más que ser trofeos temporales de una vida que se complica por cosas menores, y hoy me siento minúsculo…. lo que acabo de ver es algo que uno tuvo que presenciar, una razón para hacerme sentir idiota, pero también de hacerme sentir orgulloso de ser mexicano, no en el sentido patriótico, sino en la idea de que los panelistas que acaban de pasar al frente de un auditorio lleno reviven la idea de serlo con orgullo y sobre todo, dignidad.

A las 12 del día comenzó la plática “Ayotzinapa: ni un minuto de silencio”, plática que uno pensando que es un festival de cine queda fuera de la lógica del evento, aún así, la idea de asistir a este evento es importante y la asistencia del público se hizo notar, la más reciente tunda al mártir de la nación llamada México es fresca, nos pesa, nos indigna y nos hace pensar en por qué lo dejamos pasar.

Sarah Hoch dio una introducción al evento, y la idea de hacer este panel:

“Cuando decidimos hacer el tema de Méxicomorfosis, la idea era la de presentar el México que puede cambiar a bien ¿Cómo puede cambiar méxico? sin duda con los espacios de voz, como las redes sociales e internet nos permiten tener presencia constante, esta no se puede cortar, es por ello que es un honor tener este pánel en nuestro festival, nos inspiran todos los días y hoy están aquí para hablar de esta responsabilidad ciudadana con los zapatos bien puestos”

 

Sarah

Julianna Cano, la panelista del evento comenzó remarcando algo muy importante y que todos, absolutamente todos omitimos.

“No hablamos de 43 normalistas, son miles de personas las que han desaparecido, no se sabe la cifra correcta pero la que tenemos es una cifra negra, por los casos que no dice la gente; en colombia presentan el mismo número de desaparecidos y es un país en conflicto, Méxicno no lo es y tener tal número en el país es preocupante, tan preocupante como que el estado no haga nada y exista la impunidad”

La impunidad está presente en el estado, y como decía Julianna, lo lamentable es las personas que tienen pérdidas personales y que no pueden otorgarle la paz a sus seres queridos, dígase en un funeral digno o en el mejor de los casos que reaparezca en sus vidas.

La plática dio formal inicio con Omar García, quien tuvo la finalidad junto con Vidulfo Rosales el retratar qué fue lo que sucedió en carne propia y cercano al problema suscitado en Ayotzinapa, reiteró que ellos siempre han sido atacados por el gobierno, que si se olvida el caso quedará como una mancha más en la nación con el título “fue el estado”.

El primer ataque de la normal fue el 11 de Diciembre de 2011 donde los ministeriales los desalojaron de manera violenta exigiendo que se respetaran el número de matriculas de nuevo ingreso, era una manifestación pacífica. llegaron desalojando con balas, donde masacraron a dos compañeros. Desde el 13 de Diciembre de ese año se intentó hacer justicia sobre lo  acontecido en Chimpalcingo. Los culpables quedaron encarcelados pero al mes quedaron libres por falta de prebas, desde entonces la corrupción e impunidad vienen de Ayotzinapa. Día con día nos reprimen y quieren que las rurales se cierren, ya que lo ven como amenaza por preparar a la gente de manera política. Donde están los sueños de trascender y ser mejores.

Omar no tuvo tapujos en decir que el gobernador clamaba que los normalistas de Ayotzinapa eran un problema, un “dolor de cabeza”, llegando hasta ese grotesco 26 de Septiembre en donde 43 personas desaparecen, y todo con el gobierno, los militares y los medios como cómplices de tan cruel acto, sin dar explicación alguna.

No vamos a permitir que el caso de 26 de Septiembre quede impune, que desaparezcan más personas.
Tenemos que organizar y ver el objetivo principal: liberar nuestro pueblo de las represiones, el pueblo que se levanta para exigir sus derechos.

Al término de su aportación, los gritos que uno reconoce en las noticias con las marchas no se hicieron esperar, la aportación de Omar fue una llena de dignidad y el compromiso de no abandonar la lucha.

Tocó el turno de Eréndira Ibarra, actriz y vocera de varias causas sociales de nuestro país, comenzó parafraseando al escritor Elie Wiesel:

“La indiferencia no suscita ninguna respuesta. La indiferencia no es una respuesta. La indiferencia no es un comienzo; es el final. Por tanto, la indiferencia es siempre amiga del enemigo, puesto que beneficia al agresor, nunca a su víctima, cuyo dolor se intensifica cuando la persona se siente olvidada. El prisionero político en su celda, los niños hambrientos, los refugiados sin hogar… No responder a su dolor ni aliviar su soledad ofreciéndoles una chispa de esperanza es exiliarlos de la condición humana. Y al negar su humanidad, traicionamos también la nuestra. Por lo tanto, la indiferencia no es solo un pecado. También es un castigo”.

Ella fue una voz de comprensión por los movimientos sociales, dándonos de qué pensar en nuestra egoista actitud frente a las personas que en medio de problemas laborales y personales deciden ir a expresar su inconformidad, mientras nosotros nos preocupamos más por la situación como el tráfico del lugar gracias a esta acción, ella cree que se le debe dar importancia a los movimientos sociales, aunque sea el mínimo del tiempo, el “diezmo” como ella refería, Eréndira podrá sonar para algunos como una persona extremadamente optimista, pero ella tiene la misma libertad de expresar su incoformidad y enjuiciarlas en 10 propuestas (que llevó) para un cambio como aquel que la critica, siendo en el otro extremo, una persona negativa.

No tengamos miedo a levantar la voz, hablo hacia los presentes, puede haber otro Ayotzinapa, todos los días desaparece gente, la pregunta es hasta cuándo ¿cuál será la historia pare decir ya basta?

Ibarra

Eréndira Ibarra, enunciando sus 10 puntos, entre los que proponía el aumento del salario mínimo, el fin del fuero y la baja de los salarios a políticos, entre otros.

Eréndira y sus propuestas desataron unos gritos que son parte de las marchas de Ayotzinapa, además del célebre grito de unidad por excelencia “El pueblo unido jamás será vencido”.

Sería el turno de Epigmenio Ibarra y Vidulfo Rosales de volver estos momentos de indignación y rabia, en una aprensión del ideal que estaba teniendo génesis en el lugar.

(Continúa en la segunda parte de esta crónica)

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