
WASHINGTON, EU.- La Oficina de Control de Activos Extranjeros (OFAC) del Departamento del Tesoro de Estados Unidos impuso sanciones financieras contra el Cártel Santa Rosa de Lima (CSRL) y su líder, José Antonio Yépez Ortiz, alias “El Marro”.
Se sanciona a la organización por su papel predominante en el robo masivo de combustible (“huachicoleo”) en México.
Además el Tesoro señala al grupo como responsable de generar altos niveles de violencia criminal y de participar en actividades de narcotráfico.
La designación implica el bloqueo de todos los bienes e intereses que los sancionados tengan en territorio estadounidense y prohíbe a ciudadanos o empresas de Estados Unidos realizar transacciones con ellos.
Esta acción forma parte de un esfuerzo intensificado a finales de 2025 por parte de Estados Unidos para atacar las finanzas de diversas organizaciones criminales mexicanas.
CONTEXTO
El Cártel Santa Rosa de Lima (CSRL) surgió aproximadamente en 2014 en el estado de Guanajuato. Su origen se vincula directamente con una escisión de grupos locales dedicados al robo de combustible en la región conocida como el “triángulo de las bermudas” o “triángulo del huachicol”.
El grupo fue fundado originalmente por David Rogel Figueroa, alias “El Güero”, y Fabián “N”, alias “La Vieja”. En sus inicios, José Antonio Yépez Ortiz (“El Marro”) trabajaba bajo las órdenes de “El Güero” antes de asumir el liderazgo total en octubre de 2017.
Toma su nombre de la localidad de Santa Rosa de Lima, ubicada en el municipio de Villagrán, Guanajuato, que sirvió como su principal bastión y centro de operaciones.
A diferencia de otros cárteles tradicionales, el CSRL se especializó inicialmente de forma casi exclusiva en el robo de hidrocarburos (“huachicoleo”) directamente de los ductos de Pemex y la refinería de Salamanca. Con el tiempo, diversificó sus actividades hacia el narcotráfico, la extorsión y el secuestro.
Su consolidación como cartel fue una respuesta para confrontar la incursión del Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG) en Guanajuato.
Esta disputa ha sido el principal motor de la violencia extrema en la entidad durante la última década.
Tras la captura de “El Marro” en agosto de 2020, la organización se reconfiguró bajo nuevos liderazgos familiares y alianzas externas para intentar mantener su control territorial.