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COMO VEO DOY/ por: Luis Aranda

¿Y cómo iba esto?

JUEGO DE MANCHADOS

El Contrapunto News calificó en el encabezado de una de sus notas como ‘lodazal’ el reciente proceso electorero que muy desangeladamente celebraron 14 estados de la Unión Mexicana. “Atípica jornada”, le llaman algunos medios a las elecciones en estados como Coahuila, en donde bastante menos de la mitad de los votantes se molestó en jugar el juego democrático.

La cosa ya pintaba mal en Veracruz, por ejemplo, donde se formó desde semanas antes un movimiento de indignados que apoyaban la idea del no votar, como muestra de hartazgo ante un gobierno que perciben como ineficaz y corrompido, y donde, como en otros lados, las conocidas pero siempre novedosas trampas del aparato atrapa-votos hicieron de las suyas para conseguir la mayor ventaja, por cualquier medio.

Candidatos detenidos cuando entregaban dinero para asegurar simpatías, y hasta muertos, hubieron, uno de ellos, un adolescente que grababa con su teléfono la repartición de despensas, cuando fue agredido por una turba, y recibió un navajazo de parte de una militante de Antorcha Campesina, señalan reportes.

También hubieron las consabidas amenazas o brotes de violencia en numerosos distritos, incluyendo el atraco a funcionarios y personas que esperaban para emitir su voto en una casilla de Puebla por parte de un numeroso grupo de individuos que se llevaron lo que pudieron, entre pertenencias de los presentes y papelería, urnas y boletas.

El ganador de la jornada, además de la indignación y el abstencionismo, podría bien ser el ‘candigato’ Morris, personaje virtual que recibió algunos cientos o más de votos como candidato no registrado, sobre todo en Veracruz, donde surgió el interesante chascarrillo que se regó luego gustoso por el ciberespacio, junto con el de otros participantes igualmente imaginarios y pintorescos.

La broma, por supuesto, es para las instituciones que han perdido credibilidad ante la gente, que luchan por mantener una apariencia de orden y suficiencia, pero que fallan en cumplir las expectativas en un ambiente enrarecido por el temor y el enojo, donde lo que menos importa son los colores del supuesto ganador, pues no se espera de él otra cosa más que agravios.

Ya sacará sus conclusiones cada cual, participantes y espectadores, ante la mirada cada vez más cansada pero extrañamente indiferente del respetable público-pueblo.

 

IGNORANDO AL ELEFANTE

Otro pueblo extrañamente indiferente es en estos momentos el de nuestros vecinos del norte, los gabacheños, quienes parecen haber aceptado el hecho de que se les espíe, como revelaron en días pasados los informes filtrados por el ex asesor de la CIA Edward Snowden a diversos medios informativos, como The Guardian, sobre las maniobras de la Agencia de Seguridad Nacional gringa (NSA) para tener acceso y escudriñar millones de llamadas o mensajes electrónicos de los contribuyentes, pagadas, claro está, con dinero de esos mismos contribuyentes.

También parecen haber aceptado los primos güeros la doctrina imperante de que todo es por su propio bien, para protegerlos de amenazas terroristas, ignorando el hecho de que, para muestra de la eficacia del nuevo sistema de vigilancia, está el atentado de hace unas semanas en el maratón de Boston, protagonizado por un par de hermanos nada sofisticados y bastante obvios.

Si la propaganda antiterrorista ha surtido efecto a ese nivel, se estaría cumpliendo lo que el joven fugitivo Snowden ha dicho que representa su mayor temor: que ni siquiera revelaciones del tamaño de la que él hizo sean suficientes para que ocurra un cambio de sustancia en una nación  construida presuntamente sobre los principios de libertad y justicia.

Y mientras el informante, tachado como espía y traidor por un gobierno exhibido como espía de sus propios ciudadanos, huye por el planeta buscando un refugio contra las tremendas fuerzas desatadas, la artillería pesada del ejército informativo dedicado a la formación de opiniones públicas se prepara para hacer blanco en él, dejando de lado la verdad revelada, como ocurriera en su momento con el otro moderno paladín de la libertad de información, Julian Assange, de Wikiliquera fama, quien vuelve al ojo del huracán al intentar hacerle un paro a Snowden.

Más aún, y dado que la información muestra que el espionaje a ciudadanos no se limitó a la América del Norte, sino que la NSA tendió sus tentáculos a más de 25 países, es curiosa la falta de reclamo de la comunidad internacional, dejando de lado las peticiones de una explicación, que diversos gobiernos han emitido como para taparle un ojo al macho.

En vez de eso, tenemos a personajes como el escritor Mario Vargas Llosa, que nomás atina a desear que el soplón Snowden no encuentre asilo en Latinoamérica, como si fuera portador de la peste, pero sin decir ni jota sobre la amenaza mucho mayor que representa la nueva política de seguridad mundial. Lo dice con el peso que tiene la palabra de un ganador del premio Nobel de Literatura, con todo el prestigio que todavía pueda representar eso.

Otro ganador, entre comillas, pero del Nobel de la Paz, quizá no tenga tiempo de pensar sobre lo irónico de la distinción: Barack Obama, quien aceptó el premio a nombre del gobierno que encabeza, y quien tendrá que ser recordado como el presidente del “¡Uups! I’m sorry” luego del escándalo, que nos ofrece un nuevo aspecto de la radiografía del poder que se mueve en las entrañas del bonito sistema mundial moderno.

 

Y YA DE SALIDA

Las peculiares características de la nueva estrella de la constelación Microsoft, el Xbox One, consola de videojuegos de última generación, anunciadas hace algunos meses, se vuelven más ‘picantes’ al calor de estos nuevos tiempos de espionaje institucional.

No sólo es bastante molesto para muchos usuarios el tener que estar conectado continuamente al internet para usarla, sino que no se entiende cuál es la conveniencia de que la sensible y notable cámara del Kinect, el accesorio prodigio del Xbox, permanezca encendida y monitoreando el espacio frente a donde esté colocado el equipo.

La pregunta inevitable es, ¿Qué le impediría a las agencias de espionaje y de seguridad gringas el tener acceso a dichas cámaras, logrando así inmiscuirse en prácticamente cada aspecto de la vida de las personas? Una realidad verdaderamente orwelliana, al estilo de la novela 1984.

Por fortuna, y de momento, muchas de las mencionadas características de la consola han sido descontinuadas luego de la presentación oficial de su principal rival, la Playstation 4, y ante la abrumadora respuesta de los consumidores, que parecen estar de acuerdo en poner su dinero en esta última, dejando a Bill Gates y los chicos de su banda sin una gran rebanada del pastel. A ver con qué salen luego.

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