Ama a tu infancia sobre todas las cosas: eso por lo menos nos enseña esta nueva cultura popular en la que vivimos.

¿Cuántas veces no han escuchado o leído el “violan mi infancia/se defecan en ella/rompen mis bolas” cuando un remake aparece en el horizonte? déjenme decirles mis queridos lectores, que su infancia está intacta, nadie tiene las habilidades de un T- 800 o un delorean para viajar al tiempo pasado, llenarlos de materia fecal y como bonus patear sus testículos infantes. Escribo esto porque me parece muy estúpido quejarse de ello, y porque de cierta manera puede ser ciego.

Pero hey, así es el amor, a lo que viene el tema de esta ocasión.

De niño tenía una fascinación… pues a muchas cosas, no podría decirles una sola porque puedo recordar en un mismo altar de Dioses a Mad Max/Depredador/Batman/T. Rex/Michael Myers/Leonardo y así podría seguir hasta ocupar una biblia entera de cosas que de niño veía y recreaba con los juguetes a mi alcance, y de vez en cuando con una pluma y papeles (que me duele haber perdido de entre todas las cosas). Highlander fue otro de los que se sumó, y francamente estaba embelezado por un Connor MacLeod que blandía una katana.

Recuerdo un sinnúmero de veces en las que me agarré a espadazos compuestos de escobas y de aquellas que compras en las tiendas de ganga con mi hermano y mis primos, para después estar pegados al televisor viendo la serie de televisión a todo volumen para que Queen retumbara en la casa, y de paso obtener una regañada de nuestras madres que estaban en la otra televisión viendo… lo que fuera que estuviesen viendo.

Oro puro con este intro.

Highlander fue esencial en mi infancia, pero conforme iba creciendo mis encuentros con la franquicia -que recomiendo no ver- fueron cada vez menores; hasta esta semana, en la que recordé que la película cumplió 30 años de haber llegado a la vida de los mortales. Armado con una nueva idea, supongo desatado de las vendas de la nostalgia, y emocionado -después de todo llevaba cerca de 10 años sin verla- me senté a ver Highlander.

En un estadio de Nueva York presenciamos un encuentro de lucha libre y la gente está agitada por la batalla. En el público vemos a un hombre que no se encuentra agusto y mientras soporta los gritos de un hombre mayor a su lado  comienza a tener visiones de un ejército en las húmedas montañas de Escocia. El hombre se dispone a irse del lugar y en el estacionamiento se encuentra con otro sujeto que sin pensarlo dos veces le saca una espada, a lo cual el otro responde con la misma acción. Combaten hasta que el retador termina sin cabeza y en medio de una explosión de energía el sobreviviente ¿parece tener un orgasmo? y hace que todos los coches se queden sin vidrios.

Best... intro... ever.

Best… intro… ever.

El sujeto huye pero es capturado por la policia, y ahí conocemos su supuesta identidad: Russel Nash (Christopher Lambert). En realidad Nash se llama Connor MacLeod y es un hombre que ha estado vivo desde el siglo XVI. Connor en el pasado sufre una herida de batalla de parte de un sujeto enorme que no vuelve a ver. Moribundo por unos días, no pasa mucho para que vuelva a estar como si nada: se da cuenta de que no puede morir. Desterrado de su aldea por considerarlo adepto del demonio, Connor rehace una vida y se encuentra con Juan Sánchez Villa-Lobos Ramírez (Sean Connery),  que padece la misma condición y el cual le enseña a combatir, puesto que no son los únicos con la habilidad de vivir eternamente. El punto es que todo aquel que se inmortal debe matar a sus similares cortándoles la cabeza para obtener mas fuerza y así ser dueños de lo que se conoce como “El premio”, aunque nadie sepa qué es.

¿Y recuerdan al tipo que hirió a Connor? también es un inmortal y responde al nombre de Kurgan (Clancy Brown) y ha estado buscando y jodiendo la vida del escocés desde entonces.

...entre otras cosas.

…entre otras cosas.

Highlander tiene un concepto genial: el hecho de que existan hombres que no pueden morir y son partícipes de duelos con sables es parte de su encanto, pues en el fondo trata sobre el concepto de nuestra estadía como seres humanos, de qué tan horrible sería el tener que vivir para siempre sin poder crear una familia y ver a nuestros seres amados fallecer sea por causas naturales o por nuestra fragilidad como humanos.

No es casualidad que “El premio” se revele ante el inmortal ganador como la capacidad de envejecer y poder tener una familia (además de poderes psíquicos). La idea de Highlander me recuerda mucho a “El Inmortal” de Borges, donde también de manera paradójica los hombres que no mueren buscan poder quitarse esta habilidad.

Habría que agradecerle su potencial a Gregory Widen, el guionista original que concibió la película cuando apenas estaba estudiando guionismo. Su Highlander era una película más seria y dramática. Y es que el material de Widen es despedazado para dar apertura a otra cosa que pues, es Highlander, el que conocemos en estos tiempos.

La historia transcurre sin mucho chiste; vamos conociendo a McLeod pero cuando aparece la idea de que no puede morir nunca se explica por qué pasa, por cuánto tiempo ha pasado y demás duda que tengas. Los tutoriales de Juan Sánchez Villa-Lobos Ramírez sirven para generar misterio, pero una cosa es generar auténtico misterio y la otra es simplemente ignorar ciertos eventos por conveniencia.

Aunque, en su posible defensa una persona podría decir que esto es una idea sacada del realismo mágico: pasa porque sí.

Aunque, en su posible defensa una persona podría decir que esto es una idea sacada del realismo mágico: pasa porque sí, porque es normal.

Este no es el único bache con el que se encuentra: Un flashback transcurre sin mucha gracia, Kurgan aparece de la nada y da por sentado que son los únicos dos que quedan, McLeod desaparece en un momento donde pudo ser útil.. es más, desaparece en DOS ocasiones haciendo que un personaje que de la nada aparece en la película sirva como bolsa de energía a Kurgan.

Y hay romance, pero no hay química y surge de la nada.

Dando paso a una de las escenas de sexo más graciosas de los ochentas.

Dando paso a una de las escenas de sexo más graciosas de los ochentas.

Podrían pensar que tengo el corazón roto y que Highlander es horrenda, pero están en lo incorrecto… bueno sí es horrenda, pero tiene elementos que la hacen destacar y que puedo admirar.

Las actuaciones son variadas pero en nuestro trío inmortal hay un exquisito rango de exageración y notas que lo hacen con pasión. Juan Sánchez Villa-Lobos Ramírez es uno de los personajes más memorables de Sean Connery y eso que aparece por muy poco, resulta hilarante saber que este personaje tiene acento escocés, nombre español y proviene de Egipto, mismo caso con nuestro héroe.

Christopher Lambert siempre ha tenido un rostro extraño, dotado de una frente enorme y ojos perdidos; su capacidad actoral se demuestra muy bien cuando casi no habla -como en Greystoke: “La leyenda de Tarzan, rey de los monos” (Hugh Hudson, 1984)”– pero aquí, tiene uno de los acentos más extraños que puedes ver en una película. Lambert es Francés, sin embargo su tono de voz y acento varían entre el inglés, americano, francés, y pues desinteresado. A veces suelta uno que otra frase que hace que no le entiendas a menos de que tengas subtítulos y ríe tantas veces aunque nadie más lo haga, pero tiene coherencia, estás hablando de un sujeto que ha vivido tanto tiempo y se ha adaptado a tantas culturas.

En pocas palabras, es algo que se tiene que ver para poder entender. Y entra en la categoría de tan malo que es bueno, pero en el fondo vez que se esfuerza y Lambert tiene un carácter agradable, además de ocasionalmente soltar uno que otro momento de gran actuación pero claro, cuando se requiere no decir mucho.

El más grande ejemplo es en el montaje de "Who wants to live forever?" cuyo trágico desenlace puede hacer que más de una persona tenga ojos vidriosos.

Como en el montaje de “Who wants to live forever?” cuyo trágico desenlace puede hacer que más de una persona tenga ojos vidriosos.

Y Kurgan ¡oh Dios gracias por Kurgan!

Un villano simple como el pan tostado y que parece salido de una película de Mad Max, pero le encanta ser malvado. Es la antítesis de todos los inmortales, pues  si bien todos se la pasan viajando por el mundo agonizando en su soledad, Kurgan decide hacer de su vida un Grand Theft Auto: roba, mata, ataca a la gente, se burla de ellos y le place, es como un niño jugando con hormigas.

El otro detalle radica en el estilo visual de la película, gracias a la dirección de Russell Mulcahy quien había salido de dirigir videos de Duran Duran. Mulcahy en conjunto con Gerry Fisher le dan un empujón estético a la película, llena de tomas bastante peculiares, ángulos extraños en conjunto con tomas abiertas y la decisión de enfocarse en las coreografías repletas de luces de neón, chispas y suciedad clásica Neoyorkina. Pero mi elemento preferido en lo visual son las transiciones: Highlander tiene la pinta de ser una película basada en un cómic por su tratamiento poco serio, y hay secuencias que nos dirigen a un flashback o a otro personaje que son bastante creativas y dejan a uno pensando en cómo hicieron dicha toma.

Como la secuencia del lago o la batalla inicial.

Como la secuencia del lago o la batalla inicial.

Y lo legendario, lo auténticamente bueno de la película, lo que ha sobrevivido estos 30 años: su música.

¿Recuerdan cuando mencioné a Queen? la legendaria banda contribuyó en crear canciones que se amoldan muy bien a la estética y estilo de la película, y es uno de sus trabajos más fáciles de reconocer, uno que de hecho teníamos en casa y gastamos hasta la muerte. Desde el inicio que retumba con “Princess of the Universe” -una de mis canciones favoritas de la banda- pasando por “Don’t loose your head” en la secuencia de Kurgan y su conducción espantosa y culminando el viaje con la bellísima “It’s a kind of magic”, capturan una época y un tratamiento que sólo ellos pudieron darle.

Y lo que más amo de la película: el score de Michael Kamen. Kamen desgraciadamente ya no está con nosotros, pero dejó un gran número de trabajos donde notabas su grandilocuencia y humildad, ya que le encantaba trabajar con una orquesta o con un artista pop/rock. El tema final, donde McLeod gana el premio me parece una despedida hermosa, un homenaje a una vida que ya tendrá su final feliz ante todo pronóstico. Comenzando con el sonido leve de un arpa que se desenvuelve una orquesta triunfante, es uno de esos momentos en donde si lo escuchas con detenimiento te sientes poderoso y capaz de todo.

Han existido pláticas de un posible remake desde el inicio de esta década y no me molestaría, porque la historia tiene un potencial que no se alcanza a pesar de sus múltiples logros que entran más en la cuestión estética y no como una película en su totalidad. Mataría por ver un tratamiento serio de la trama, más cercana a lo que se tenía en mente.

Y con esto termino mi viaje hacia el pasado, el Deus de ahora comprende qué le veía de fascinante a Highlander, y sabe que no es una joya. Pero puede dar un vistazo al otro cuarto y recuerda con mescolanza a un pequeño sentado en la cama de sus padres que se asustaba con la posibilidad de que Connor McLeod perdiera la vida, él debía ser el ganador, él era Highlander: el inmortal.

Lo sé, no es una película maravillosa, entra en el terreno de culto pero quién soy yo para negarle la emoción a ese joven del pasado y quizás de las futuras generaciones que encuentren graciosas las fallas de la película, y emocionante el material en sí.

Supongo que… es algo mágico.

 

 

 

 

 

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