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DE LA MANIFESTACIÓN A LA REPRESIÓN / Por Pablo (Cristeros)

Por: Pablo Méndez Cruz

León, Gto.- Domingo 22 de julio, de nueva cuenta la cita era en el arco de la calzada (en nuestro caso, la convocatoria era en todas las plazas públicas del país), en redes sociales se había decretado que era el día en que todos los mexicanos interesados en manifestar su descontento ante los acontecimientos que han venido nublando nuestra vida pública, se congregaran y marcharan o se manifestaran pacíficamente en el corazón de cada ciudad en la cual hiciera eco esta convocatoria, que dicho sea de paso fueron varias y no solo una ni de un solo grupo o movimiento.

Llego este día para un servidor, con el agotamiento crónico de un fin de semana exhaustivo, en el que el trabajo se duplicó y para colmo una noche antes había sobrevivido a un accidente de transito en el cual, afortunamdamente, las pérdidas fueron sólo materiales, con un evento a cuestas y la ausencia de varios días de mi parte en las redes sociales (que para los estandares de las mismas, un día es como estar un mes fuera en el mundo real) me hacían sentirme ya desencanchado, viejo, cáduco de informacion.  Llegué con el temor y elegantemente tarde a dicha convocatoria, para mi fortuna (mejor dicho para fortuna de mi honor) alcancé la puntita de la protesta cuando partían rumbo a la zona peatonal, ahora sí, por la calle Madero, primera sorpresa (o mejor dicho la segunda, ya que llegue pasaditas las 5 y la cita era a las 4pm) pero al ver que pude llegar a la marcha me sentí de momento algo aliviado, en contraste con la vez anterior. No me fue sencillo en esta ocasión encontrarme con gente que me fuera conocida, trate de ver a alguien que me resultara familiar pero fracasé en mis primeros intentos, aunque me confortaba la idea de que hubiera gente nueva y según mi primer cálculo, la marcha era un tanto mas nutrida que la anterior.

La gente estaba a mi parecer relajada, pero obvio que seguía el descontento, la indignación, la inconformidad y todos esos sentimientos que han hecho que un servidor y muchos ciudadanos salgamos a las calles a manifestarlos, aunque en esta ocasión percibía un ambiente más festivo, un tanto más coordinado, al ver unas mojigangas de Elba Ester Gordillo, Vicente Fox, Salinas De Gortari y Peña Nieto desfilando frente al templo Expiatorio, caí en la cuenta de que el humor es una forma indispensable y efectiva de manifestar una idea y de ilustrar un descontento. Pero no todo iba a ser miel sobre hojuelas. De repente, en la calle Juan Valle, los punteros de la marcha viraron rumbo a López Mateos, y me dije “¡Inge su… ahí vamos otra vez!” Yo que creí haberla librado en esta ocasión, pero ni pex, a estas alturas ya había entendido que la manifestación es tambien para enterar e integrar a la gente que no puede, que no se decide, que no sabe, que no quiere saber… Entiendo que es perfectamente válido y necesario que nuestro pueblo sepa, despierte, que aquellos que no tienen la facilidad de acceder a internet ni a las redes sociales y aquellos que se enteran de lo que “pasa” solamente por lo que ven en la tele, se den cuenta de que es verdad que existimos, que también en León y no sólo en el DF se están llevando a cabo este tipo de manifestaciones… Ni hablar, viramos a López Mateos a ejercer nuestro derecho y a compartir nuestro descontento.

Justo donde desemboca la calle Juan Valle en López Mateos, una valla con policías municipales detuvo al contingente. Ahí, lo que para mi era un trayecto de rutina se convirtió en el presagio de una mala tarde. La policía, que un par de semanas antes sentí nos cuidaba, en esta ocasión nos impedía el paso. Un sentimiento entre incredulidad y frustración se fue generalizando entre todos los que sin saber qué sucedía al frente de la marcha intentabamos torpemente seguir avanzando. Yo, con más ingenuidad y curiosidad que valor fui caminando al frente a ver qué ocurría y fue cuando vi en los semblantes de los guardianes del orden que no estaban para servirnos y que no tenían la intención o talvez la orden de ser amables con nosotros. Uno de los compañeros punteros de la marcha, con su megáfono se giró hacia nosotros, indicando que los uniformados no nos permitirían el acceso al bulevar, y lanzó una sugerencia: “Los policías están haciendo su trabajo, tienen la orden de no dejarnos pasar, vamos a filtrarnos entre ellos para seguir la manifestación como lo habíamos acordado. No se preocupen, estamos en nuesto derecho, ellos no pueden impedirlo y no tienen por qué tocarnos, compañeros, vamos a seguir”, palabras más, palabras menos. Los de atrás gritaban “¡Sigan avanzando!”, “¡Déjennos pasar!”, “¡Somos un movimiento pacífico!”, “¡Vámonos por la banqueta!”. Algunas chicas abrazaban a los oficiales, entiendo para conmoverlos y que reflexionaran su decisión de no dejarnos seguir nuestra marcha. Poco a poco, fuimos avanzando por la banqueta rumbo a la calle La Paz (ironías de la vida…) y nos fuimos colando a  López Mateos por las jardineras. Cuál sería mi sorpresa al ver que sobre el trayecto programado había una valla humana de policías, casi del largo del contingente, que nos impidió acceder siquiera al carril contrario, al de la oruga, que según entiendo era el que ibamos a ocupar por unos cuantos minutos.

La policía, definitivamente, no tenía intenciones de ser amable. Lo vi, lo viví y lo grabé. El compañero que minutos antes nos sugirió la estrategia para llegar al bulevar, fue señalado, hostigado, cazado y finalmente detenido por un policía que estaba ahí para eso, para reprimir. Creo que, como bien dicen, una imagen dice más que mil palabras, y de este hecho lamentable existen mas de mil imágenes, que gracias a muchísima gente se han difundido por todo el país y creo que de este hecho las imágenes hablan por sí solas. Sólo me limitaré a opinar que, contrario a un comentario que vi en facebook, de un cuate que decía “Las represiones, como las manifestaciones, en León son muy light“. Creo que no hay argumento que justifique ningún tipo de represión a un movimiento pacífico, por “light” que esta sea, y cabe aclarar que en este caso la represión no fue ligera: con jalones y empujones subieron a una perrera a cuatro compañeras y 2 compañeros, algunos de ellos con lujo de violencia “light”, compañeros que terminaron privados de su libertad por mas de 12 horas, bajo imputaciones a mi ver sacadas de la manga. Insisto, existen centenares de evidencias.

Despues de los hechos lamentables de represión, reanudamos la marcha. Estabamos a unos pasos de la calle Libertad (otra puta ironía de la vida, qué cosas, ¿No?) con los animos crispados, con un sentimiento de rabia y de impotencia al no haber podido impedir que se llevaran a los compañeros, pero con la meta firme, ahora la manifestación tenía más sentido que antes. Llegamos a 5 de mayo y entramos al centro histórico, hasta una Plaza de los Mártires que había visto extendida su jurisdicción hasta las calles La Paz y Libertad, y nos plantamos a un costado de la presidencia municipal. Rodeada de policías, comenzó una asamblea que se centró en los hecho lamentables que habían ocurrido, pero se insistió en no caer en provocación ni en confrontación con la Policía. Ibamos a continuar nuestra manifestación pacífica cuando una tormenta nos cayó por sorpresa, dispersando el contingente. Había unas palapas dispuestas ahí para otro proposito (alguna cermonia oficial, supongo) donde la mayoría nos guarecimos de la lluvia. En esos momentos por poco me vence el desconcierto y a punto estuve de culpar a Dios por facilitarle el trabajo a los polis, que tambien se fueron a refugiar, no muy lejos de nosotros.

Unos de los compañeros entonaron una consigna que no recuerdo, pero que reza algo así como “ni el viento ni la lluvia nos va a detener…” y de pronto, como un final poético, de película, cientos de compañeros se entregaron a la lluvia, a la protesta, a gritar consignas, a dejar claro que su determinación es mas fuerte que una represión, que un aguacero. Saltaron, cantaron, gritaron, se divirtieron y protestaron. Para mí, el momento más emotivo fue ver a centenares de jóvenes y no tan jóvenes, abrazados bajo el agua, estos compañeros, hombres y mujeres empapados, púrificados, entonando nuestro himno nacional. Quiero pensar que de los policías, bajo sus cascos, en los rincones desde donde estaban, al menos algunos se conmovieron hasta las lagrimas, al ver a unos de los pocos patriotas que nos quedan en nuestro bonito León Gto.

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