LEON
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LA INMORTALIDAD YACE EN EL PENSAMIENTO.

Algo fácil: Imagina ir al cine, obviamente recuerdas todo lo de tu ritual (el preferido de muchos, incluyéndome): te sientas, comentas en voz baja sobre el filme, te molesta que la mujer gorda de un asiento arriba de ti tenga una risa como de chirrido de pato de hule, ves con emoción el más nuevo trailer de la película que has esperado por años, y al finalizar… realizas lo que es más importante para un cinéfilo: hablar del filme, comentar lo que te pareció, lo que no, lo que amaste u odiaste.

Eso lo haces con tu familia que asiste al cine para olvidar un poco sus problemas, con tus amigos en esas tardes donde ir al cine era el índice de un fin de semana perfecto, o con una cita, que quizás vuelvas a ver o quizás no, tienes la incertidumbre sobre quién pagará las palomitas en la siguiente ocasión o de si el hecho de estar tan callado viendo la película le molesta.

Ahora imagina a un sujeto que quiere dar su opinión con los asistentes, en querer crear un debate sobre lo que le pareció un filme. Y este sujeto no puede hablar, no puede hacerlo desde hace 7 años, vaya situación más jodida ¿no?, encima de eso es un crítico de cine. Al imaginarme su situación mi ser se llena de impotencia, y se me empieza a anudar la garganta de solo pensarlo, es privarlo de la experiencia más maravillosa del cine, quién sabe cuántas veces yo he salido del cine echando pestes o con ansias de saber qué piensan mis compañeros de ocasión;  lo vez con lástima sin embargo, no está triste. Simplemente se va del lugar y vuelve a asistir a ser testigo de otras historias, 3 veces por día, 5 días a la semana.

Ese era Roger Ebert.

¿Qué significa amar las películas? no significa el sentarse sin pensar mucho y feliz ante la pantalla, significa creer antes que nada, que valen nuestro tiempo. Que ver tres películas en una rutina diaria o trece películas a la semana en un festival de cine es un excelente trabajo, que tu humor cuando entras a la sala de cine no es muy importante, porque la labor de toda película es la de cambiar el cómo te sientes y piensas durante el transcurso de la función.

No es importante pasar un “buen tiempo”, pero es importante no gastar tu tiempo, que en ocasiones te sientas en la sala y hayas sido capturado por la verdad y belleza de lo que se proyectó, que estés abierto al mensaje -si tiene- de la película debes pero más abierto a la calidad artística y realización de la película en la que ocasionalmente no estés de acuerdo.

Una buena película no es buena porque tiene las conclusiones y pensamientos que tú tienes, ni es mala porque sea lo contrario, una película no es sobre de qué se trata, es sobre cómo es lo que trata; acerca de la aproximación de su objeto de estudio, y de cómo su objeto real puede ser bastante diferente del que parece proporcionar. Por lo tanto, no tiene sentido a preferir un género sobre otro. Sí, me “gusta” más el cine “Noir” que el Western, pero eso no tiene nada que ver con ningun Noir o Western en específico.

Si no te gustan los musicales o documentales o películas mudas o películas extranjeras o películas en blanco y negro, eso no es un ejercicio de gusto, sino simplemente una indicación de que todavía no te has convertido en el espectador de cine más completo que todos tenemos dentro. – Roger Ebert

Roger Ebert fue famoso por ser el crítico especializado del Chicago Sun-Times de 1967 hasta el día de su muerte y también por tener su programa llamado At the movies with Siskel & Ebert con el que compartía espacio con Gene Siskel, crítico del Chicago Tribune. Y si alguna vez has entrado a un acalorado debate sobre una película, amarás a esta dupla, porque a eso se dedicaban, a platicar sobre cine y lo que les parecía. Cada uno con una visión diferente a la del otro, eso hacía el programa más rico y cuando estaban en polos opuestos, era bastante entretenido ver el por qué de sus decisiones. De la misma manera, cuando se ponían de acuerdo podías ver su capacidad para apreciar el arte y su gran intelecto.

Como aquella ocasión en la que defendieron Star Wars.

A pesar del aparente odio, Gene Siskel y Roger Ebert eran muy buenos amigos, y fue este último el que sufrió la pérdida de su “némesis” en 1999 por un tumor cerebral.  A partir de entonces Ebert siguió con el programa cambiando ocasionalmente de compañero en crítica, hasta que en 2006 sufrió un percance en la sala de operaciones mientras se atendía su cáncer de tiroides, haciendo que este perdiera la capacidad para hablar y posteriormente la vida.

Roger era exactamente la imagen habitual de un crítico de cine: bonachón, de lentes y todo un erudito en el mundo de la cinematografía, sabía expresarse y sabía sobre todo defender su posición, lo importante de esto radica en como lo hacía: con pasión. Veo muchos críticos de cine que hacen su trabajo, los leo y me gustaría decir que estamos en el mismo nivel de amor al cine en el que Ebert estaba, la verdad es que no: Hay mucha crítica sin sentido, sin un sentimiento, con chistes y esperando a que su cheque llegué por tirar pestes, después de todo es dinero fácil ¿no?

La verdad es que gracias a Ebert conocí mucho sobre los aspectos de criticar un filme, yo me consideraba un hocicón, un total Atila de la crítica, si algo no me gustaba, simplemente decía que era una mierda y te jodes… qué equivocado estuve. Aprendí a no solo hablar de cine, me enamoré de una manera invaluable al hacerlo y me enamoré de saber la opinión de los demás: me encanta hablar de ello… de hecho es de esas cosas de las que puedo hablar todo el día, con quién sea y por lo que sea.

El cine es esencial para mí, y para muchos de nosotros, y si queremos aprender a que la gente entienda nuestro punto de vista y argumentarlo me parece que con Ebert tenemos un gran ejemplo de como hacerlo… y sobre todo en cómo madurar nuestra opinión.

La gente asegura que la crítica es rígida, pero no hay nada más falso: puede haber ocasiones en las que juzgamos a un filme para luego re-evaluar dicha opinión tiempo después, sea buena o mala. Maduramos conforme vemos el cine, y nuestra visión se amplía a campos mucho más grandes, no creo que nos quedemos con la noción de que el cine es para perder el tiempo cuál niño pegado en la televisión viendo una y otra vez una película, va más allá. Tampoco tiene nada de malo decir “hey no es tan malo” y salir a la defensa de una película… pero el por qué es siempre lo importante, siempre. No siempre estaba a favor de sus reseñas, y dudaba completamente de su argumento frente a los videojuegos, pero al respetar su opinión y la de los demás es algo que nos cuesta trabajo aprender y que debemos hacer toda la vida, no soy un experto pero pues si puedo ver un cambio en  el joven Deus que lanzaba pestes y se consideraba sabio.

Sobretodo lo que uno aprende con Ebert es la humildad que uno puede tener para enseñar cine, y no sentirse erudito, todo pensamiento ayuda, toda crítica construye un argumento final en lo que es un filme. Le estaré eternamente agradecido por ello.

¿Es fácil el camino del crítico de cine? no. En mi caso puedo apreciar un rechazo gigante por parte de los grandes medios de información porque piensan que eso no sirve, que eso es labor para los que se encargan de chismes y estos al hablar de cine emplean el recurso de mostrar “memes” y chistes, y si hay espacios para estos segmentos se trata de 10 minutos máximo. Mismo caso para las empresas de cine que ven con miedo que llegues a decir que una película tiene una falla, considerando que viven de la taquilla puede que tengan razón, sin embargo limita el trabajo en mi país y es una ofensa a la libertad de expresión si la ponemos a comparar a otros lados donde el crítico de cine es respetado en su trabajo sea de Internet o de parte de un periódico. No es fácil y hay momentos en los que uno intenta hacer de su labor algo más profesional, pero hay puertas cerradas.

Ebert logró lo que en su momento se consideraba banal, y por ello le tengo mucho aprecio. El día que falleció, hablaba con un amigo al cuál le he perdido la pista y en una actitud pesimista mencionó que “para qué recordarlo si ya se murió”. Yo creo que mientras la gente siga aprendiendo de alguien y que siga siendo un ejemplo y tema recurrente en pláticas, ha cumplido un objetivo grande en esta vida, el cuál es persistir en la memoria y enseñanza de generaciones por venir. El pensamiento es el paraíso eterno, hagamos el bien para ser de el nuestro último hogar.

Larga vida a los peleadores, larga vida a Rogert Ebert, se te extraña a 3 años de tu partida.

Si te interesa puedes visitar http://www.rogerebert.com/ en donde están todas las reseñas publicadas del Chicago Sun-Times y aún colaboran los alumnos de Ebert igual de apasionados que su maestro.

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