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ROCK DE GARAGE / por: Gerardo Mares

Contra lo que pudiera pensar una gran mayoría de melómanos leoneses, el rock urbano y algunas otras manifestaciones del movimiento rupestre surgidos en la capital del país, tuvieron cabida y comercialización en Central de Música, la desaparecida tienda de “elepés” que estuvo ubicada en la calle Hidalgo, en el inicio de la Zona Peatonal, hoy Centro Histórico. Del catálogo de la disquera independiente Pentagrama, se podían conseguir grabaciones de Jaime López, Botellita de Jerez, Cecilia Toussaint, Chac Mool o las derivadas de Jorge Reyes en sus trabajos en solitario, Rockdrigo González y las del compositor, narrador, poeta, trovador, rockero e iconoclasta Arturo Meza. De una calidad cuestionable en el rubro de la producción, sin embargo, la poderosa prosa poética de Meza superaba estas barreras técnicas y lo primero que entró taladrando las trompas de Eustaquio fue un lamento-aullido emanada de la canción “La Ventana”, una de sus mejores rolas, letra de alto voltaje de tono elegiaco y que se instaló para la posteridad en la psique personal:
“Antes te buscaba para decirte que te amaba y me escupías y me clavabas los colmillos de la indiferencia en el corazón…”
Perteneciente al disco “La balada de Galaver”; este montaje sónico posee un estilo de carácter intencionadamente artesanal, a la manera de una grabación de Garage, que al zurcirla con la cruda imaginería del autor michoacano, reveló de golpe y porrazo una estética de sonido inclasificable; o mejor dicho, un estilo de producción que oscila entre lo ecléctico, lo filosófico, crítico, social; alejado de cualquier preciosismo o manipulación industrial… A la vez que descubría un rock urbano reconocible en el caló, en el habla cotidiana, en las expresiones populares de cierto afecto transmitiendo sentimientos íntimos sin caer en la ridiculez; también se reveló un lenguaje personal que utiliza palabras soeces como manifestación de pertenencia a un estrato social y un estado de ánimo, ni más ni menos; construcción lírica virtuosa y verosímil que se distancia por completo de la sobreexplotación provocadora y autocomplaciente de más de algún grupo de moda que terminan instalándose en la coprolalia militante.
La obra de Arturo Meza es tan diversa como la ingente cantidad de discos que la componen. A través del folk, el blues, el rock y hartos otros estilos, el compositor traza con precisión los vectores por donde discurrirán sus grandes temas y las constantes estilísticas en la construcción lírica: de la crítica descarnada hacia la oligarquía católica pasa a la alienación social de sus urbanitas; de la crónica picaresca de sátira política se atreve a revelar la trascendencia y el plano astral con unos extraños y sensibles cantos en espíritu cuasi salmos consagrados a deidades panteístas que surgen desde lo profundo del ser (pasando por Cristo, inquietantes mártires, seres espirituales de nombre raros y la devoción por la Virgen en sus diferentes advocaciones; esta temática en especial que ha dado en llamar música ersal, un estilo de firme tendencia hacia el misticismo. Escuchar por ejemplo las melancólicas e inquietantes “Eterut” y “Jashua” del disco “Ayunando entre las ruinas”)
De su amplio repertorio que incluye norteñas, una adaptación blusera de “Sombras” de ya-saben-quien, música de banda y lo que vaya encontrando para experimentar; en 1999 realiza una especie de edición de autor titulada “Némesis”, el producto que probablemente esté más identificado con el rock, conteniendo en su corpus las mejores canciones al respecto: “Hombre Mono” viaje lisérgico que vocifera un brutal y frenético Riff de principio a fin acompañado de un requinto endiabladamente distorsionado… “To you” que bien se puede apreciar como una declaración de principios acerca del truene y la crisis de pareja…
“¡Voy a coserte la vagina. Voy a ponerte en la letrina, tu culo arderá con gasolina, voy hacer sangrar tu herida. Y te arrancaré la piel! ¿Qué otra cosa puedo hacer? To you…”
Con la colaboración de Alacrángeles, sería injusto no destacar por su diseño melódico como de rock and roll a la antigüita el tema titulado “1959 (El huracán) 1999”, una historia de losers. La variante en este caso es que trata de ladrones y pandilleros medio jodidos, seres de barrio bajo que son capaces de asumir el compromiso romántico y el deber delincuencial, tema que bien merecería una adaptación a la pantalla grande… El disco se completa con varias canciones más destacando dos trovas acompañadas de guitarra acústica, armónica y un cogote aguardientoso como el canon impone: “Don Guiñapo” y “Sentado en una barda”; creaciones que evidenciarán que el autor no es precisamente un prodigio en el rasgueo de la lira; pero manifestará plenamente su sensibilidad al tocar la fibra más sensible incluso del cavernícola más recalcitrante en sus obsesiones con la pasión carnal, el desencuentro amoroso y el conflicto de pareja.
Con una vasta obra compuesta por más de 32 discos editados de manera independiente, libros, poemarios y colaboraciones con otros destacados colegas entre los que sobresalen los trabajos realizados con el difunto Jorge Reyes; Arturo Meza sigue siendo un pilar en la manifestación rupestre del rock y la trova mexicana, una obra seductora, adictiva y de firme valentía política crítica. Y eso ya es mucho decir en el entorno cultural local que no se distingue precisamente por cultivar y ejercer dichos valores.
To you.


Hombre Mono

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