Era un sábado, y como de costumbre mi madre y mi hermano salíamos a casa de una tía para pasar la tarde, pero antes de esta actividad que duraba todo lo que restaba del día, salíamos a comer con mi padre. Fuimos a un restaurante de mariscos -¡Oh! ¡Cruel destino!- y fue ahí donde vi el spot de canal 5 que anunciaba la llegada inminente de lo que acontecería ese día. Claro que toda la semana ya estaba ese spot, recordándote la cita que deberías de tener prevista, y ya lo había visto, y anotado en mi calendario personal y en la teleguía que siempre llegaba a la casa y terminaba pintarrajeada de plumón amarillo fosforescente.

El spot era sobre la trilogía de Tiburón, pero el anuncio era tan jocoso y tenía de música de fondo la obra maestra de los años noventa conocida como “El Tiburón”, de aquellos poetas olvidados por estos tiempos: Proyecto Uno. Era una completa estupidez pero reto a cualquiera a verlo y no soltar una risotada, además de comprometerte a ver el maratón, yo por mi parte dije en mi mente  “Por supuesto que voy a ver el condenado maratón”.

Y lo hice, estando en los mariscos fue que empecé a ver la película, apenas y tocaba mi comida y recibiendo varias regañadas por parte de mis padres, al término de sus alimentos regresamos a casa -en comerciales, claro- y llegando con temor seguí viendo la película; en vez de salir ese día me quedé en casa, y ahí mi vida no fue igual, fue tanto el miedo que tuve por la película (y en cierta parte por sus secuelas) que tenía miedo al bañarme; claro, puedes decir “qué estúpido” al pensar que un tiburón saldría de la coladera por tus piernas, de hecho es un temor construido en base a “Orca, la ballena asesina” que también vi ese día -en donde a una deliciosa Bo Derek le arrancan la pierna-, y no me dejaba en paz. Además si nos ponemos estrictos, el terror no tiene forma coherente (y te lo digo a ti, sujeto que le tiene miedo a un payaso que aparece de las cloacas) puede surgir de elementos tan mundanos fusionados con lo imposible, es por ello que miraba con temor la coladera, esperando algo.

Tiburón causó un impacto en mi, a tal grado de tener un profundo temor al mar abierto, pero también despertó en mi una curiosidad de hacer cine, y más sobre un sujeto llamado Steven Spielberg.

 

Antes de iniciar, ve por tu copia de Tiburón -si no la tienes ¿Qué estás esperando a conseguirla?- y pon mucha atención desde el inicio del logo de Universal, fue hasta que una vez dejé la televisión con el volumen muy alto que lo noté; hay sonidos marítimos extraños, que nos dejan una pista escabrosa del leviatán que pronto aparecerá, encima de eso está el sonido de las profundidades del mar y que se mezclan de manera perfecta con el grandioso tema principal de John Williams. Pocas cosas me han espantado tanto sin mostrar nada.

Antes de iniciar, ve por tu copia de Tiburón -si no la tienes ¿Qué estás esperando a conseguirla?- y pon mucha atención desde el inicio del logo de Universal, fue hasta que una vez dejé la televisión con el volumen muy alto que lo noté; hay sonidos marítimos extraños, que nos dejan una pista escabrosa del leviatán que pronto aparecerá, encima de eso está el sonido de las profundidades del mar y que se mezclan de manera perfecta con el grandioso tema principal de John Williams. Pocas cosas me han espantado tanto sin mostrar nada.

En Amity Island -sin relación a Amityville, o quién sabe- somos testigos de un grupo de adolescentes hormonales que estando en la playa con todo y fogata beben y disfrutan; ahí conocemos a Chrissie (Susan Backlinie) una güera despampanante que decide ir a nadar desnuda a la playa,  para luego ser atacada por algo que no vemos, mientras el sujeto que iba a tener una noche digna de contar a sus mejores amigos termina ebrio en la playa. Al día siguiente el jefe de policía Martin Brody (Roy Scheider) es llamado a investigar, pues el cadáver de Chrissie ha aparecido en la orilla del mar. Brody trata de hacer lo más lógico y alertar a las playas de Amity de posibles tiburones, pero esto no resulta fácil pues el alcalde Larry Vaughn (Murray Hamilton) no piensa en los posibles ataques, sino en cómo esto le va a afectar de manera publicitaria a la isla que se prepara para su temporada de vacaciones. Brody desiste sus intentos, y trata de estar calmado en un día de playa con su familia… cuando de nuevo esa cosa ataca.

 

Ohhh shit.

Ohhh shit.

 

Brody de nuevo insiste en cerrar las playas, pero el alcalde tiene un plan más estúpido y que claro, no evitará el turismo: cazar al tiburón; en la reunión del poblado aparece el chiflado de Quint (Robert Shaw) quien asegura que puede matar al animal, con la condición de que se le pague $10,000 dólares, nadie lo toma en serio y van en busca de ese pez. Entre tanta gente que ha llegado al poblado, hay un oceanógrafo llamado Matt Hooper (Richard Dreyfuss) quien decide examinar los restos de la primera víctima.

Lo que descubren tras una investigación del cadáver y de un bote hundido, es que se trata de un tiburón blanco, uno enorme a decir verdad, cosa que nadie más le cree cuando capturan un tiburón de menor tamaño y así deciden acabar con el problema… hasta el 4 de Julio, donde un tercer ataque hace que Quint, junto con Hooper y Brody decidan cazar al hijo de perra.

 

Y necesitarán de todo el alcohol posible para esta hazaña.

Y necesitarán de todo el alcohol posible para esta hazaña.

¿Cuántas veces hemos escuchado y leído de la importancia de tiburón en el cine moderno? es prácticamente imposible no decir esto al hablar de la película, pero es cierto. Hasta ese tiempo las películas no tenían el impacto que esta logro. Consolidó el cine de verano y la idea de que era rentable sacar películas durante la temporada vacacional; por un tiempo Tiburón era la película más taquillera de la historia, hasta que llegó una historia de una galaxia muy muy lejana.

Y encima de ello es una excelente película, una de las que ponen en alto el concepto de una película serie B y lo desarrolla con maestría.

Juega con nuestras expectativas, de la manera como sólo un genio puede hacerlo, hay falsos momentos para hacernos tratar de recuperar la calma, y de manera inesperada llegan los ataques. Tiburón tiene un ambiente tenso, y todo por no ver frecuentemente al animal. La decisión de no mostrar al tiburón fue sabia, aunque si nos ponemos estrictos ya sabemos de su descomunal tamaño gracias al póster, sin embargo no tenemos idea de cómo será hasta la escena del tercer ataque (mucha gente incorrectamente dice que la revelación es cuando Brody tira la carnada, pero eso es su primer vistazo al animal, no el nuestro) y cuando lo vemos no podemos más que temer por nuestros nuevos tres amigos y además darnos el susto de toda una vida.

Spielberg también decide eliminar elementos de la novela que no tenían mucha importancia, como la infidelidad entre  la esposa de Brody con Hooper, la herida de Brody que fue la desición de cambiarse al pueblito, y los mafiosos de Amityville. Todo esto -salvo los mafiosos, porque no estamos en el padrino, es maldito Tiburón- son tomados de una manera muy ligera y que funcionan de manera efectiva, te das cuenta de ello hasta la tercera o cuarta vez que la ves. Claro que el final es totalmente diferente, pero es un excelente clímax, lo que menos podíamos esperar tras ver los intentos inútiles de estos hombres ante una máquina de comer.

La interacción del trío de “erres” es tan importante como el mentado tiburón, de haber sido otros actores nos importarían un carajo, pero vemos que tras la caza de este animal va surgiendo una amistad y comprensión, a pesar de ser diferentes el uno del otro. Roy Scheider era un actor rígido como un roble, el tipo rudo e incorruptible, por lo menos ese segundo elemento aparece en su personaje de Brody. Literal es un pez afuera del agua, siendo policía en una urbe y ahora sirviendo en un pequeño pueblo, es un hombre inseguro e hipocondríaco, ni siquiera resulta ser el líder que esperaría ser, ni con el trío, pero lo comprendemos, y encima de eso es un hombre que se preocupa por su familia. Los momentos pequeños con Brody son los que compensan su incapacidad autoritaria.

dada

Como este, una de mis escenas favoritas del cine. Un hombre derrotado y cansado apenas y alcanza a apreciar el impacto heroico que tiene ante su hijo, me recuerda a mi padre, y también en que en muchas ocasiones emulaba sus movimientos.

 

El único que se compadece por Brody es Hooper. Richard Dreyfuss es un actor que siempre tiene una sonrisa encima, y no puedes negar su carisma, su carrera tomó notoriedad tras Tiburón, y fue la primera colaboración entre el actor y Spielberg, quienes se acoplaron a tal grado que Dreyfuss se volvió la representación del director. Es igual de ignorado por el pueblo de Amity, pero a diferencia de Brody que se queda callado, Hooper hace gestos obscenos y se burla, claro que es por su apariencia, pues su pelo descuidado, sus lentes enormes y su educación contrasta en un pueblo de costumbres, y sobre todo con Quint.

Robert Shaw… carajo, era un ebrio, y aquí lo es, pero qué maestría de ebriedad. Quint es misterioso y se vuelve tan renuente ante la idea de capturar al tiburón que se vuelve un Ahab real, no importándole en un punto la seguridad de la tripulación. Molesta todo el rato a Hooper, pues le desagrada la vida que este ha tenido en comparación con la pocilga que ha recibido, y aún así se respetan en cierto punto, el punto cumbre del personaje no radica en las escenas de acción, sino en el escalofriante relato del U.S.S Indianapolis, y del que Quint sobrevivió, oírlo narrar el suceso es impactante puesto que se lo toma tan en serio y por fin comprendes por qué es un culero.

John Williams ta había trabajado con Spielberg en “The Sugarland Express” y fue con la segunda colaboración donde el maestro de maestros ganaría un OSCAR por música original. Es cierto lo que dice el propio Spielberg, sin la música de Williams la película sería otra. El tema de Tiburón es sencillo, es casi un insulto pensar en su simpleza, pero resulta sorprendente comprobar su efectividad e impacto en la historia del cine y cultura popular. Sólo necesitas evocar esas dos notas para ver el efecto en la mirada de la gente, y hacer un tema tan simple requiere de una habilidad innata para la música. Encima de eso, hay temas muy optimistas que representan a los habitantes de la isla, la relación de Brody y su hijo -que luego escuchamos al final- y los momentos de caza que Williams compuso con las películas de bucaneros de la época dorada del cine. No es una decisión el tenerlo o no, es el hecho de buscarlo para la colección de música de todas las personas, el trabajo de John Williams es fantástico y debería ser apreciado por todo mundo, y Tiburón resulta ser una excelente introducción.

Si tuviera que elegir un tema en especial, sería este. La escena tan icónica donde Brody ve al escualo empieza con un Boom, para luego escuchar el tema del tiburón en sus dos notas, para majestuosamente mostrarse en su totalidad, apreciando la magnitud tanto del tema como del animal; y luego sigue la caza, en un tono de aventura que no puede dejar esos cellos martillando las dos notas. Es una majestuosidad.

 

Todo suena a que Tiburón fue fácil de hacer, y que todo fue viento en popa, pero como la historia lo ha demostrado, los proyectos difíciles muestran la capacidad del director, y Spielberg estuvo inmiscuido en un proyecto que ni Dios quiso que se hiciera. Problemas con el clima, los actores se peleaban, uno era alcohólico masivo, filmar en mar abierto, filmar en un set, los tiburones se descompusieron un gran número de veces. Y Spielberg reaccionó ante los problemas ideando soluciones efectivas (como la cámara ante la desaparición del mentado tiburón). Tiburón es una cátedra (si no es que LA cátedra) de cómo lograr una película problemática… y todo esto lo hizo a la edad de 26 años y esto es lo que más impacto ha tenido en mi vida.

Mi afinidad por el cine, el interés de saber cómo se hizo una película, y la insistencia casi banal de mi ser ante la idea de estudiar cine es por Spielberg, mi héroe predilecto. Un director que siempre defiendo, del que nunca me ha apenado decir que es mi favorito y del que siempre aprendo. Me hago viejo, y no tengo más que agradecerle a un muchacho con su escualo llamado Bruce por explotar en mí una bomba llamada cine, y la humanidad tampoco le puede negar su lugar en la historia del cine.

 

 

 

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