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DOBLE GLORIA; LLEGÓ LA SÉPTIMA

LEÓN, Gto.- Matosas hizo el gesto perfecto cuando faltaban un par de minutos para la conclusión del partido final ayer ante Pachuca. León ganó una final con algo más que buen futbol, ganó con dos enormes… goles que le dieron la vuelta al marcador global para convertirlos en bicampeones. Atención piratas de la indumentaria futbolística, ya bórdenle la séptima a los Verdes que León es bicampeón.

Y es que hoy por hoy está de moda ser campeones con heroísmo, está de moda triunfar con dolor de por medio, está de moda levantar la copa con sangre, sudor y lágrimas, está de moda ser campeón, ser bicampeón. Está de moda León, está de moda ser de León.

La onda está bien simple banda, la Fiera dio una cátedra de cómo jugar un partido de estos aunque inició con una ponencia magistral de cómo no hacerlo. Dos lesiones en apenas cinco minutos le pusieron una leve pizca gigante de dramatismo a un primer tiempo que terminó por ser infumable.

Y es que el trámite era duro, no se veía por donde, no había espacios, oportunidades, huecos, bueno huecos sí, pero no eran precisamente para hacer goles; La intensidad ahí estaba pero el partido se volvió tedioso, lento, y en resumen, regular, uno de esos que vimos durante toda la temporada.

Se fueron 45 minutos, 50, 60, pero al 65 llegó Boselli para dejarse de intentos vanos y para poner el primero de la noche, el gol con el que los Verdes al menos ya obligaban al alargue. La gloria no estaba lejos, ya estaba en corto, a la vuelta de la esquina pero faltaba más, faltaba un tanto que pusiera a la Fiera con el bicampeonato en la bolsa.

El juego se mantuvo así, poco futbol, mucha fricción y poca profundidad, el tiempo extra o mejor dicho el terror de los diabéticos e hipertensos ya eran una realidad.

 

¡Salve Nacho!

Las intenciones ofensivas eran claras pero no había chances. Los primeros 15 del tiempo extra se fueron sin tantas sorpresas, sin ninguna, pa’ que nos engañamos, pero el destino le tenía algo a los Verdes.

Así como la cursilería macuarra del “11:11”, al León le llegaría la felicidad al minuto 111 y le llegó gracias a uno de esos jugadores que ya merece una calle que no esté una en Villas de San Juan… ¡denle una del centro carajo!

Ignacio González llegó para dar un testarazo sólido para vencer a Oscar Pérez y para liberar su locura, el bicampeonato ya era toda una realidad, ya estaba hecho.

Todavía hubo intentos por Pachuca, sin embargo faltaba que William Yarbrough diera su show, un par de atajadas bastaron para agotar los minutos que el Chacón se sacó de lo más profundo de su vestimenta.

Y sin embargo no hubo tiempo para más, León ya presume una séptima estrella en su escudo, ya se metió a la historia del futbol mexicano como el segundo bicampeón en los torneos cortos y no le pare de contar, este equipo tiene todo para marcar una época. Bendito futbol.

Foto: Bajio Sport.

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