Los humanos son más complicados de entender que un chimpancé o un delfín, sus acciones ocasionalmente dejan dudas sobre si el sujeto piensa en las consecuencias de lo que hace, o si la razón por la que actúa de esta manera está dentro de un concepto lógico o no. John Krakauer es un periodista y escritor cuyo tema predilecto es esencialmente una pregunta: ¿Por qué hacemos las cosas?

Pregunta que hizo, cuando él en carne propia fue partícipe de una guía fallida hacia la más famosa de todas las montañas terrestres: el monte Everest.

Rob Hall (Jason Clarke) es un montañista que se encarga de ser el guía para expertos y curiosos que se atrevan a ir al monte Everest, se ha preparado para una nueva subida mientras su esposa Jan (Keira Knightley) lo espera en su hogar reposando de su embarazo. El nuevo equipo de Rob es variado, y entre ellos está John Krakauer (Michael Kelly) quien escribirá un artículo sobre esta expedición. Subir al Everest se ha vuelto una proeza que deja dinero, y Rob se da cuenta de ello puesto que en esta ocasión, el número de participantes es superior al de otros años. Esto genera conflictos entre su equipo y el de otros dos guias: Scott Fisher (Jake Gyllenhaal) y Anatoli Boukreev (Ingvar Eggert Sigurðsson). Mientras estos tres hombres deciden cómo llevar a cabo la hazaña con problemas causados por tiempos y peleas, una tormenta de gran magnitud se va acercando al lugar.

Everest es una película que a diferencia del autor y del libro que hizo al respecto, no busca a los culpables en el fallecimiento de varios personajes, si acaso llega a mencionar algo respecto a ello. En su lugar tenemos una película que nos muestra el esfuerzo colectivo de los que estuvieron ahí, y el horror que viven. Lleva un ritmo didáctico, pues vemos cómo aprenden a escalar, y a prepararse, incluso vamos avanzando poco a poco entre los campamentos, para el final todo avanza a pasos agigantados, como la tormenta que los azota… y luego termina de manera abrupta, esto es un crimen pues a pesar de que se ve y oye bien -las escenas de la montaña están repletas de momentos que le pueden quitar el aliento a uno-, no generamos conexión con los escaladores, con suerte sabemos sus nombres y una pequeña embarrada de sus motivaciones y vida personal.

Jason Clarke es el protagonista, y es el personaje que más desarrollo tiene; se muestra carismático y se preocupa por sus clientes, de los cuales trata con cuidado e incluso para que estos logren sus sueños. Lo vemos sufrir en el momento del accidente y en ciertas escenas le deja a uno con la garganta hecha un nudo. De ahí en más, los personajes son bastante desechables, al igual que sus actuaciones. Josh Brolin aparece como Beck Weathers, un hombre que denota aburrimiento en su vida diaria y que considera el alpinismo como una forma de agradecer la vida tradicional. Y Jake Gyllenhaal es un guía que no sabes si raya en lo estúpido o en lo inconsciente, amen de si esta era la intención de la película.

 

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Curiosamente hay un segmento que quedó omitido en la película, quizás por temor a que las audiencias no creerían todo lo que le sucedió a Weathers.

 

Al final Everest parece ser espectacular -maldito trailer engañoso- y demuestra que Jason Clarke puede mantener un papel protagónico, pero fuera de eso es muy seca, no indaga más allá de lo que uno puede leer en Wikipedia, y termina de inmediato, haciendo sentir al espectador que bien pudo tener unos minutos más de drama, en vez de tener texto que nos explica las situaciones que estamos viendo en pantalla, es un elemento flojo, en una película que tenía potencial, habría que darle el juicio de la duda a Baltazar Kormákur, pues es su segundo proyecto de gran presupuesto.

Ya habrá alguien que se anime a tratar de adentrarse a la montaña tan peligrosa que resulta ser la mente humana y comprender las razones por la que estos hombres quieren morir allá. Mientras tanto tenemos la película que tu mamá ve por las tardes entre semana pero con mejor presupuesto.

 

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