Debo admitir algo: no me gusta Nirvana.

Entiendo que se trata de probablemente la banda más influyente de mi década, pero nunca fue de mi agrado el escuchar los gorjeos de Kurt Cobain, aunque eso no la exceptuó en mi vida. Yo no recuerdo el día que murió, quizás mi madre lo sepa, pues tiene la mórbida habilidad de recordar el día en que un famoso falleció, y del cómo ese recorrido frío pasa por tu espina dorsal por lo que acabas de presenciar o incluso recordar, nunca se va.

De lo que sí recuerdo, es que dos de mis primos mayores cada año, en los cercanos días de ese fatídico 5 de Abril se sentaban a escuchar los discos de la banda, y sucedió el primer acercamiento que tuve con esta; recuerdo que ese día en casa de mi abuela se fueron al cuarto donde veíamos películas y pusieron el concierto Unplugged, yo lo único que pensaba era que el hombre al que le lloraban por dentro era uno muy triste. Uno podía observar en sus rostros un lamento sobre aquel hombre que ya no estaba para ser parte de sus vidas.

Hasta el día de hoy nunca les he mencionado lo que pensaba, y sobre lo que me pareció su ritual de duelo.

El segundo recuerdo más fresco que pueda tener con la banda -y especialmente con Cobain- fue con Mona de la Torre. En los años de Universidad, mi mejor amigo y yo nos encantaba hacerle pasar rabietas por su afición a la banda, así como hablar sobre lo que pensaba y el por qué hizo las cosas, ella lo admiraba, y no dudo que siga haciéndolo (sí, yo de entre todas las personas molestaba a Mona por ello, hice Bullying a pesar de mi ser geek).

Los años pasaron, la barba crece, el corazón se agrieta, la gente se pierde en el pasado y la banda no me sigue gustando, así como tampoco ha cambiado mi perspectiva de ese güero de ojos tristes y desesperado por comprensión… pero hoy algo surgió.

Montage of Heck es un documental dirigido por Brett Morgen, sujeto que tiene experiencia con el tema de la música (Crossfire Hurricane, 2012). En esta ocasión nos narra la vida de Cobain teniendo como referencias a los seres cercanos del cantante: sus padres, su hermana, Krist Novoselic su ex-novia y su viuda. Podemos presenciar cómo Cobain desde niño sufre el rechazo de sus padres y termina siendo una carga para todos; esto resulta sumamente triste pues Cobain prácticamente se queda sin una esperanza, o un amigo… está a un peligroso paso de conseguir armas y matar a quien sea, porque también podemos ver que el documental no tiene miedo al asegurar que era una persona inestable tanto sentimental como mentalmente (lo que supone conllevó a su muerte); tampoco se trata de enjuiciar a Courtney Love (como siempre en otro mundo) y decirle sus verdades. Es un retrato del moderno Ícaro, acercándose demasiado al sol en un éxtasis repentino y cayendo a un nivel inconmensurable.

 

Destaca la breve aparición del padre de Kurt, quien tiene una mirada dura, pero poco a poco vemos como se humedecen ese par de ojos.

Destaca la breve aparición de Don Cobain, de mirada dura, pero que poco a poco vemos como se humedecen ese par de ojos.

 

Tenemos las experiencias de mano de sus allegados, pero nos gustaría saber la opinión de aquel que le da título al documental, por obvias razones no se puede, pero lo que lo hace tan interesante, es todo el archivo que el artista dejó como legado y que se vuelve su voz. Están numerosos archivos de sonido que desde niño tenía grabados, pasando por sus cortometrajes que no le piden nada a Elias Merhige, y sus grabaciones caseras estando de tour o con su esposa. Las otras aportaciones son sus diarios; animados en su mayoría, podemos ver cómo los diarios de Cobain cobran vida frente a nuestros ojos, apreciamos cada garabato e idea que sale de su cabeza (algunas veces buena, otras veces un tanto enfermiza), vemos sus dibujos en secuencias animadas donde la música incesante y estos aberrantes personajes se vuelven momentos de ira, y unas secuencias animadas de rotoscopio a manera de “Biopic” donde Kurt toma vida por apariencia y su auténtica voz narrando los momentos de su vida. Vemos de todo: su situación cuando sus padres lo desdeñaban, esos momentos donde sin trabajo se ponía a escribir, a pintar, y a hacer mezclas de sonido, hasta momentos oscuros donde habló completamente desquiciado amenazando a una autora.

 

Estos momentos son los más rescatables y hermosos de todo el documental.

Llamativos, reveladores, repletos de una calidad en su animación y la luz, son lo más llamativo de todo el material.

 

Exponer una imagen que se ha vuelto icónica, y desnudarla por completo, eso hace Montage of Heck; no lo hace un santo, no lo hace un genio, vemos un hombre atormentado por su psique, donde particularmente nada le hacía bien. La decisión final de Cobain puede que no haya sido la correcta, pero él no pensó en la mejor, sino en la única. He escuchado quejas de los fanáticos incondicionales de la banda y muchos son por la exclusión de Dave Grohl del proyecto, el cual no pudo trabajar en el proyecto por estar enfocado en su reciente disco. Se le extraña y sería agradable saber lo que piensa, pero no deja de ser un material fascinante y hermoso de ver, no es tanto de la banda sino de lo que pasaba por su cabeza en este trayecto.

Veo a Cobain con otros ojos, unos de comprensión, y sobre todo, de reflejo; una combinación de la naturaleza explosiva, pero también con ganas de cariño, una figura trágica de la que nunca pensé me dejaría reflexionando, ni mucho menos asegurar que una película de su vida fuese de las mejores que he visto en el año.

 

Montage of Heck tiene una cantidad muy limitada de funciones, no creo que dure mucho, después de todo es un documental y la gente odia esos, pero si tienen la oportunidad de ir a verla, no lo duden.

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