La comezón del séptimo año es un concepto que aparentemente se utiliza en la psicología tradicional; es curioso pues yo siempre tuve en mente que era una frase que hacía referencia a la sífilis y su aparición en el cuerpo del afectado años después del contagio.La frase acuña aquella sensación de comezón e insatisfacción que una relación puede causar a 7 años de duración, a sabiendas de que el concepto existe de una manera menos fisiológica, me quedé pensando.

Una relación puede ser un cubo rubik: placentero de armar para muchos, sinónimo de desesperación para otros, asco total para unos más.

¿Qué es la relación en pareja? ¿por qué nos aburrimos? no lo neguemos, puede que pase, o puede que uno tenga una vida plena al lado del ser que ama y no puede imaginarse un día en el que no pigmente su vida… aburrirse es algo que nadie quiere sufrir, pero sería de necios negar la naturaleza indomable de nuestra mente, sede de nuestras fantasías y deseos 24/7, así como la de nuestra personalidad  y tradición social.

Bueno, de eso trata “La Comezón del Séptimo Año”, la comedia de Billy Wilder que de manera acertada cuenta con una de las mujeres que ha sido la dueña de fantasías y deseos humanos por más de una generación.

Es verano del ’54 en Nueva York, y la gente se arremolina en las estaciones para salir de vacaciones; en otras ocasiones, los que se van son las mujeres y los niños, dejando a los hombre solos durante estos meses. Uno de los que sufren este caso (afortunado o no) es Richard Sherman (Tom Ewell), quien manda a su esposa y a su hijo a Maine (sí, el mismo Maine de King). Richard es un editor que todo el día está pensando en trabajar y no prevé en salir a disfrutar del calor con su familia. Absorto en sus ideas, comienza a pensar en las cosas que su esposa le ha prohibido: Whiskey y cigarros. Esto comienza a jugar con su mente, pues es un hombre que no se siente como los demás, por lo tanto no debería tener limitaciones, hasta que comienza a pensar en mujeres, aquella tentación de la que no se le prohibió, y de la cual no quebraría nunca su palabra…hasta que conoce a una muchacha (Marilyn Monroe) que tras un intento accidental de asesinato con una maceta de tomates comienza a salir con él.

“La comezón…” es una película que es la adaptación de una obra de Broadway, y se siente.Hay muy pocos personajes, enfocándonos totalmente en la güera y en Sherman, el cual se la pasa hablando consigo mismo, en ocasiones con un diálogo de exposición y que también nos deja entrever su mente llena de sarcasmo y miedo. Al principio uno piensa que esto sólo será por un pequeño momento (hasta se vuelve extraño), pero después uno no deja de imaginar a la película con esta fórmula con estos monólogos y debates mentales; además está el hecho de que no transcurre en muchos escenarios, casi toda la película es en el hogar de Sherman, dando la idea de que acaba de dejar entrar a una bomba sexual a su vida, y no sabe qué hacer.

 

Y ocasionalmente está presente el remo de su hijo para recordarle quién es y qué anda haciendo.

Y ocasionalmente está presente el remo de su hijo para recordarle quién es y qué anda haciendo.

 

Tom Ewell es el hombre perfecto para este rol. Además de su familiaridad con este personaje (ya que lo interpretó en la obra original), le da el carisma suficiente a su personaje para no ser odioso… recordemos que está siendo adúltero, pero tiene sus razones, estúpidas, pero razones al final de cuentas. Una de ella es que él se ve como todo un Adonis, un hombre perfecto y del que puede sentir felicidad y orgullo por ser deseo de una mujer, cuando en realidad es un hombre pasado de la mediana edad, inseguro, corpulento y probablemente loco (tengo la teoría de que toda la película transcurre en su mente), pues interrumpe la película con sus segmentos imaginarios y en donde además, parece saltar la cuarta barrera.

Y el otro lado del espejo, la otra cara de la moneda, es ella. Sin nombre, bellísima, pero tonta, tonta, tonta… sin embargo muy feliz, segura de sí misma e inocente. Marilyn quizás no haya sido la mejor actriz de la historia, pero su personaje en esta ocasión es uno que se vuelve delicioso de ver; nosotros como hombres babeamos por sus movimientos, una que otra ocasión en la que nos deja entrever sus piernas y esos movimientos de cadera (salvo su voz suave y chillona que puede ser como la de un poodle era una mujer perfecta), pero en el fondo es una fémina que le deja una lección a Sherman, y una que además lo deja reflexionando en su situación de pareja. Tomando en cuenta que retrata el papel de una güera tonta y feliz, en medio de un matrimonio horrendo con Joe Dimaggio en la vida real, y que aparte de eso era una mujer muy depresiva… eso es algo digno de admirarle.

 

¿Recuerdan la famosa escena del vestido? claro que la recuerdan, es un ícono del siglo pasado. Lamento romper sus corazones cuando les digo que esta escena no aparece por completo, ustedes saben, la censura de la época, y una con la que Wilder valiéntemente batalló.

¿Recuerdan la famosa escena del vestido? claro que la recuerdan, es un ícono del siglo pasado. Lamento romper sus corazones cuando les digo que dicha escena no aparece por completo.

 

Wilder peleó con el estudio por la película que hizo; quizás en estos tiempos nos parezca burdo, pero hace 60 años esto fue un tema de controversia, la infidelidad era algo que no se trataba como comedia, peleó y desgraciadamente perdió en varias partes donde no tuvo control (la memorable escena que mencioné, y el final original donde Sherman tiene relaciones con la joven). Aún así, era de esos directores en el que sientes que se involucraba al 100% con sus actores y sobre todo, se entretenía haciendo la película (y cuya primera experiencia con Monroe le resultó tan grata que se animó por una segunda ocasión). Al ser partícipe del guión, dotó a los personajes de una personalidad tal, que al ponerlos lado a lado resulta muy gracioso ver que están en un plano diferente de preocupaciones, nos reímos por las situaciones, las referencias sexuales, y al final, nos deja con un buen sabor de boca que además hace apreciar la vida cónyuge.

Si bien no es la comedia absoluta del director, sí me parece la más lograda de la bomba de hormonas que hoy, hoy cumpliría años.

 

 

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