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RENDIJA POLÍTICA; LEÓN BAJO FUEGO

Por Adolfo Enríquez Vanderkam

Al escribir ésta columna había ya confirmados 31 ejecutados en León, lo que convierte a enero como el mes más violento que ha vivido la ciudad desde que se tienen registros.

Y dicha situación no es más que el resultado de malas decisiones de la administración de Héctor López Santillana, que dejó que Alvar Cabeza de Vaca, Secretario de Seguridad Pública del Estado, tomará el control de las corporaciones leoneses e impusiera funcionarios que no le deben lealtad a León, sino a él, a quien “protegen”, obedecen y consultan, violentando la autonomía municipal y demostrando que no tienen el más mínimo compromiso de que las cosas mejoren.

Alvar Cabeza de Vaca “recomendó”, a la de a fuerzas, que su incondicional Luis Enrique Ramírez Saldaña fuera el Secretario de Seguridad Pública de León, primero a Oswaldo Ramírez Arcadia y luego a José Carlos Ramos Ramos como Directores de la Policía y Jorge Guillen Rico -quien fue chofer de la mujer de Alvar Cabeza de Vaca- de Director Operativo y desde que asumieron el cargo las cosas en la policía de León, otrora orgullo nacional, van de mal en peor, y ya se encuentran en un estado grave de ineficiencia y desprestigio.

Y lo que mal empieza mal acaba. En los primeros meses de la administración del gerente Héctor López Santillana, elementos de la corporación policíaca se vieron envueltos en un escándalo por la violación de varias menores de edad, luego el asesinato con un disparo por la espalda de un joven en la colonia de Los Castillos, quien se atrevió a bajarse de la patrulla, lo que provocó el enojo de un oficial que sin el menor empacho accionó su arma privando de la vida a un leonés de 16 años de edad, hecho que indignó a la sociedad, pero que aún fue más escandaloso porque el Director Operativo Jorge Guillen Rico trató de ocultar los hechos y en un primer comunicado la Secretaría de Seguridad Público dijo que el joven había muerto producto de una riña entre pandilleros, lo cual fue desmentido por decenas de testigos que vieron lo que había acontecido.

Y poco tiempo después, un policía detuvo a un joven que llevaba entre sus pertenencias un cohete pirotécnico. El elemento se lo quitó y con el mismo cohete le pegó en la cabeza y el cohete estalló, lo que provocó que el policía perdiera dos dedos de su mano y el joven sufriera un traumatismo cerebral que le costó la vida.

También ha sido un escándalo tres muertes en los separos y que no han sido esclarecidos por las autoridades, donde gente que presenció los hechos dicen que policías los mataron a golpes. Y si esto fuera poco, en los primeros días del año cuando hubo manifestaciones por el alza en el transporte público, la policía se encargó de esparcir el rumor de violencia y saqueos, lo que hizo que miles de negocios cerraran, causando pérdidas por más de $50 millones de pesos, y luego se supo que nunca hubo violencia y menos saqueos.

Además está el asunto de los “desmanes” en Wal-Mart Torres Landa, donde policías detuvieron a quien se les parara enfrente y de forma arbitraria, sin motivación ni fundamento. 19 personas pasaron una semana en la cárcel injustamente, pero luego fueron liberadas por un juez de control que no encontró delito que perseguir, pero el daño a esas personas, casi todas jóvenes y algunos estudiantes universitarios, ya estaba hecho.

A mediados de semana la oficialista Mesa de Seguridad y Justicia de León, que se ha portado en demasía benevolente con el gobierno de López Santillana, no tuvo más remedio que aceptar el rotundo fracaso en materia de seguridad, pues los delitos que más lastiman a los leones crecieron preocupantemente en todos los rubros: 25% más en homicidios dolosos, 7% más en lesiones dolosas, 11% más en robos a casa-habitación, 5% más en robos a negocios y 25% más en robos a transeúntes. Y esos datos son de lo denunciado, cuando es bien sabido que los delitos no denunciados son casi el triple.

El clima laboral en las corporaciones de seguridad pública de León es nefasto, lleno de humillaciones y vejaciones hacia los elementos por parte de los altos mandos. No se les paga a tiempo servicios extras, uniformes y calzado viejos, equipo deteriorado, concursos de ascensos manipulados, boletas de arresto injustificadas, amiguismos, compadrazgos, corrupción y una seria sospecha de filtración y colusión del crimen organizado con las altas esferas de la Secretaría de Seguridad Pública. Y hay que agregar la incertidumbre laboral de los policías y tránsitos, que son despedidos al contentillo de los jefes.

Todos estos factores, reales y comprobados, hacen pensar seriamente que la Secretaría de Seguridad Pública de León se está desmoronando, perdiendo el control de su primordial tarea que es garantizar la vigencia del estado de derecho y la seguridad de los ciudadanos en su persona y sus bienes. Es claro y evidente que las cosas no están bien y que urge que se hagan cambios inmediatos, pues la situación ya es alarmante.

Resulta patético y ofensivo que el gerente de León Héctor López Santillana declare que las cosas van mejorando, cuando los números y los hechos demuestran lo contrario. ¿En qué ciudad vive ese que prometió defender a los leoneses como si fueran su familia? ¿Por qué le tiene miedo López Santillana a Alvar Cabeza de Vaca y no hace los cambios en los altos mandos de la corporación? ¿Qué clase de negocios o compromisos hay entre ellos que les impide dar un muy necesario golpe de timón?

La administración de Héctor López Santillana es un desastre, de pena ajena. No ha dado resultados y no ha cumplido una sola de sus promesas de campaña y su ineficiencia y mediocridad es tal que ya los leoneses extrañan a la ladina y nefasta de Bárbara Botello Santibáñez.

Qué triste y que desilusión está causando López Santillana, apenas lleva 15 meses y los ciudadanos piden a gritos que mejor ya se vaya y no solo por pusilánime y timorato, sino porque ya un gran sector de la sociedad duda de sus supuestas buenas intenciones. Si creíamos que con Bárbara Botello había sido lo peor de lo peor, con López Santillana parece que el terror continuará y tal vez provoque un mayor daño.

Adolfo Enríquez Vanderkam
Activista, aficionado a la lectura, amante de León dispuesto a cambiar su historia y sus escenarios políticos, apasionado de la escritura y, por supuesto, seguidor del Rebaño Sagrado.

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