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¡VEN!..TE VOY A ENSEÑAR EL CASINO ESPAÑOL

Por: Hilaria Melenas.

Te apuesto lo que quieras a que no sabías que en el Centro Histórico de León hay un casino.

Sí, así como lo lees. Un casino que por muchos años ha permanecido en el anonimato a pesar de estar enclavado en el corazón de la ciudad.

Se llama Casino Español. Aclaro que no se trata de un lugar para los juegos de azar, tampoco encontrarás Jack, póquer ni máquinas tragamonedas, aunque hace más de 100 años tenía un uso parecido. Lo que sí creo es que ninguna apuesta le llegaría al precio de su valor histórico.

Para que te ubiques, este lugar está en la Plaza Principal, viniendo de la calle Madero hacia la zona peatonal, en el Portal Aldama. Va otra pista: entre el Mc Donalds y (paradójicamente) la zona que yo considero menos bonita del centro: donde hay maquinitas, helados que manchan el adoquín.y una mezcla de olores entre pizza, baños públicos y caca de paloma. Si de plano sigues desorientado, van las dos últimas opciones: arriba de la tienda de ropa Melody y si vienes por el Pasaje Catedral, enseguida de un negocio de patitas de puerco que presume más de medio siglo de tradición.

Ese es el casino español. Resulta que este edificio pareciera, valga la comparación, como la mancha en la pared de mi casa, que por años ha estado frente al sillón de la sala y ya ni le pongo atención porque me acostumbré a verla.

Casino Español

Casino Español

Esta “mancha” está en una de las zonas más emblemáticas y comerciales de la ciudad y pasa desapercibida. Me atrevo a decir por un breve sondeo hecho entre mis conocidos, que poca gente ha observado su belleza. Y no culpo a quien no lo haya hecho, sinceramente yo tampoco sabía nada acerca de este lugar, hasta hace poco que un amigo arquitecto y casi restaurador, me contó que es uno de los edificios más bonitos del centro.

Resulta que este lugar lo terminó de construir en 1905 Cecil Luis Long, un arquitecto al que le debemos muchos de los edificios que vemos hoy en el centro de la ciudad y quien por cierto será tema de otra columna.

La época dorada de El Casino fue para esas mismas fechas, en ese entonces tenía salón de baile, billar, música y juego. El centro no era peatonal como ahora y lo mismo circulaban automóviles que camiones urbanos. Ahí se reunía la gente más fresa y ricachona de León (qué Campestre, Gran Jardín, ni qué nada, el mero centro de la ciudad).

Junto a él, estaba el Hotel Francés y abajo, donde hoy es la tienda de ropa, había una agencia de la Ford. Girando unos metros, había ¡una estación de gasolina!

Entrando en detalles, el casino tiene una fachada considerada única en la ciudad, de estilo ecléctico (es decir de diferentes estilos) y está integrado por un pórtico, arcos tipo góticos y otros con escaloncitos, que en el lenguaje arquitectónico le llaman polilobulados. En la parte superior tiene dos maravillosas cabezas de león, símbolo de la ciudad, que poniéndome romántica, confieso que cuando las vi se me enchinó la piel.

Casino Español, enclavado en el corazón de León.

Casino Español, enclavado en el corazón de León.

Lo triste es que este lugar está abandonado. Dar con los dueños es un misterio. La gente que trabaja alrededor no sabe quiénes son y han visto a poca gente entrar ahí. Por curiosidad, hace unos días me subí al tercer piso de la tienda Melody y me asomé entre las tangas y brasieres de encaje que exhiben cerca de las ventanas. Cuando vi el balcón del edificio me transporté. Escuché violines y me imaginé a las doñas con vestidos ampones y largos, asfixiadas por los corsé. A los dones entacuchados con risillas falsas intentando ligar con las damiselas (que ahí si no hay mucha diferencia con los ricos de hoy). Mi escena fantástica se interrumpió con la presencia de una señora que se probaba una blusa encima de la ropa.

Sobre su historia hay varios mitos, Leticia, una vendedora de billetes de lotería al pie del edificio, dice que hace 25 años el casino era una peluquería pero cuando lo desocuparon nadie le dio mantenimiento e incluso en tiempo de lluvia le han caído pedazos de pintura en la cabeza. “Está muy bonito, a mí me gustaría vivir ahí”, dice. Otra comerciante de 83 años que está más adelante, me dijo que hace muchos años era salón de fiestas. Hay otras versiones interesantes de que durante la matanza de los mártires del 2 de enero, la gente se refugió en el segundo piso del edificio. ¡Si sus paredes hablaran!

Sea verdad o mentira, me di cuenta que he pasado muchas veces por ahí y jamás lo había observado. Si tuviera con qué lo compraría y quizá haría una cafetería (con café mexicano, no Italian, ni Starbucks, ni similares) o pienso que sería un lugar agradable para una librería, una galería o una biblioteca pública.

No puedo hacer todo esto realidad, pero sí creo que el hecho de haber reconocido la “mancha” en la pared de mi casa, no quiere decir que la quiero borrar, por el contrario, me siento orgullosa de haberla descubierto y compartido a través de este texto. Ojalá ese casino, algún día reviva y lo usen también para jugar, pero esta vez con la imaginación.

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