Mientras escribo esto, es inevitable pensar en la carrera contra el reloj: hoy es 21 de Octubre del año 2015, este mismo día Cristobal Colón descubrió Cuba, nació Francis Bacon (el pintor, no el padre del empirismo), Bill Gates y el perro de George W. Bush durante su administración… pero no recordamos estos acontecimientos, oh no, recordamos uno en especial y que aproximadamente por 10 años  hemos estado recordando a través del glorioso internet, azotando nuestra existencia y sin misericordia.

Este día, Marty Mcfly llegó al futuro.

Resuena en nosotros por la idea tan peculiar del futuro que los realizadores tuvieron en mente por allá en 1989, y pues no hay duda de que es un dato curioso que no iba a pasar por desapercibido en la cultura pop, después de todo no es la primera vez que esto sucede, en 1985 la gente se reunió en el centro comercial de la película para esperar la llegada de Marty… pero más allá de la fecha curiosa y de los maratones inevitables por la televisión y ciertos cines, quisiera recordarles, que Volver al futuro cumplió 30 años.

¿Qué tiene esa película que nos hace por lo menos embobarnos en la televisión cada que la pasan en el legendario canal 5?

La película abre con una gran cantidad de relojes acomodados en el mismo horario, mientras la cámara nos enseña esta enorme colección: estamos en la casa del Doctor Emmet Brown o como lo conocemos de cariño “El Doc”. Marty Mcfly llega para visitar a su amigo pero no lo encuentra, en vez de ello recibe una llamada de este y le recuerda verlo hasta la noche, los relojes suenan y Marty, como de costumbre llega tarde a la escuela.

 

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La escena está muy lograda por esos detalles menores: en primera conocemos la excentricidad del Doc, sus inspiraciones, atestiguamos un presagio y también se nos

La escena está muy lograda por esos pequeños detalles: en primera conocemos la personalidad del Doc sin siquiera haberlo visto, vemos su excentricidad, falta de higiene, sus héroes, etc: podemos atestiguar un presagio gracias a Buster Keaton y también se nos presenta un Mcguffin gracias a la ineptitud de Marty Mcfly.

 

Su vida es muy normal, tiene una novia que aparte de ser muy bonita, lo adora, quiere tener una banda de rock, y su más grande aspiración en la vida es tener una camioneta, señal de que no tiene inconveniente en su vida… claro que también esto conlleva a su vida familiar, y como la de muchos, tampoco es la mejor. Su madre Lorraine (Lea Thompson) siempre está detrás de él y tiene un problema de alcoholismo, pero no tan grande como el abuso que recibe su esposo George (Crispin Glover) con su abusivo de cajón: Biff Tannen (Thomas F. Wilson). Se nota la tristeza de Lorraine pues a pesar de querer a George -y de contar siempre la misma historia de cómo se conocieron- no está agusto con su vida.

Marty esa misma noche asiste al centro comercial Twin Pines y se encuentra con el Doc y su perro Einstein, y lo que tiene preparado para esa noche es espectacular: un Delorean que al parecer es una máquina del tiempo. Hacen la prueba y todo parece indicar que funciona, pero por ciertas cuestiones, al Doc no le va bien y Marty en un intento de escape termina viajando a 1955, el pasado de sus padres, confundido ha alterando la linea del tiempo, entonces decide que la única persona que lo puede ayudar a volver al futuro, es el mismo Doc de ese tiempo.

 

Quien todos estos años ha sido el mismo.

Quien todos estos años ha sido el mismo.

 

Volver al futuro es una mezcla peculiar de cosas que como pocas películas, no ha envejecido, es una gran serie de elementos por la que la película funciona, siendo la primera, un excelente guión. Es claro que Bob Gale tenía en mente un homenaje a “Qué bello es vivir” de Frank Capra (siendo más notorio hacia el final). Este trabajo de Bob Gale y Robert Zemeckis es uno donde la comedia es lo esencial, la situación es tan peculiar que el manejo cómico es el indicado, y además de jugar con los elementos de presagios y el destino, además de los típicos enredos de una comedia romántica, tiene un peculiar estilo “slapstick” que se puede apreciar en la secuencia final.

Claro que eso no demerita su contenido de ciencia ficción y creo que es una de las películas en la que he visto gente debatiendo acaloradamente sobre el viaje del tiempo (yo lo he practicado), y es curioso pues a pesar de ser el elemento que le da el título a la película, no marea a la audiencia, y esta entiende el concepto del viaje a través del Delorean. Me atrevería a decir que es más comentada que “2001: Una odisea en el espacio” (Stanle Kubrick, 1968) o que incluso “Terminator” (James Cameron, 1984), y es por el carisma y amabilidad con la audiencia que la película posee, algo que muy pocos trabajos pueden presumir.

 

Y hace ver cool a un pedazo de chatarra como el Delorean.

Y hace ver “cool” a un pedazo de chatarra como el Delorean.

 

El otro elemento ganador es que cada personaje queda como anillo al dedo en el guión, no se puede concebir la película con otro actor en los papeles, y esto incluye al personaje principal (y peso de toda la película).

Marty Mcfly es el héroe de muchos; entiendo el por qué la gente lo prefiere a él antes que Superman, Luke Skywalker, o Indiana Jones… todos ellos héroes tradicionales pero que no tienen el sentido de “realismo” y pertenencia como Mcfly. Es un muchacho no abusivo, muy agradable y que se preocupa por su situación familiar, como muchos. Uno que fácilmente podría ser nuestro amigo. Michael J. Fox es ese personaje, uno que necesitaba de su estilo -y corta estatura- para existir, de hecho, si uno encuentra el material original (ya que Fox no era con el que empezaron a grabar, eso fue con Eric Stoltz) uno perfectamente entiende que la gesticulación y tartamudeo, el tono de voz, y actitud presionada fue escrita para la comedia de Michael J. Fox, y lo vez divertirse en el rol.

Christopher Lloyd es la definición moderna del científico loco, pero en esta ocasión no es uno villanesco; uno más bien fuera de este mundo y que quiere a Marty como su mejor amigo, se le ocurren los experimentos más extraños pero vive por ellos, recordemos que casi todo el dinero de su familia se ha ido en la construcción de la máquina del tiempo. Es imposible no reír cuando vemos el rostro del Doc, de hecho el dúo se conforma del nerviosismo de Marty -y nada raro, después de todo está desapareciendo de la faz de la tierra- y de las expresiones del Doc que parecen salidas del tintero de Chuck Jones.

 

¿Un ritual rítmico ceremonial?

¿Un ritual rítmico ceremonial?

 

Y Lorraine…. santa madre de Dios todopoderoso. Debe ser la peor de las pesadillas, que tu madre se enamore de ti cuando viajes al pasado y esté babeando por tu persona. Lea Thompson es hermosa, es por ella que vi “Howard el Pato”, porque sale la mamá de Marty, y en la película el romance que tiene con Mcfly es más complicado que los 1.21 gigowatts. Claro que uno se rasca la cabeza pensando en cómo terminó en un tipo como George, y es que Crispin Glover le da un aire casi autista al personaje; es muy alentador verlo progresar con el amor de su vida y ver que le interesa (gracias a la intervención de su hijo, de otra manera sólo es un vouyerista con suerte), pero ¿recibe un cambio de toda la vida por golpear a Biff? ¿acaso ese golpe es como uno de Superman que puede atravesar dimensiones?

 

Daaamn!

Daaamn!

 

El trabajo de Silvestri se hace notar hasta la llegada del Delorean; si bien recordamos la película por las canciones de Huey Lewis, el trabajo de Silvestri es esencial para cualquier fanático de los scores. Es a partir de este que Silvestri tomaría los elementos que ahora lo hacen inconfundible, y es curioso pensar que el tema de Volver al Futuro originalmente fue rechazado por Spielberg por no estar a la altura. Me gusta pensar que a partir del coraje de Silvestri nació su estilo, y uno de los mejores temas de la historia del cine, más grandioso que la vida misma (y que incluso la película).

 

Debí haber empezado esta biblia diciendo que la película no me pegó como a miles de otros, en mi infancia la película pasaba y prefería hacer otras cosas o ver otra, pero no es la misma situación con mi padre o con mi hermano, que cada que la pasan obligatorio el tener que verla, pero una obligación pasional, no como la de sacar la basura o limpiar el vómito de la fiesta de ayer. Volver al futuro es parte de la infancia y juventud de muchos, y lo entiendo.

Es una ecuación bellísima concebida en una película, sus elementos funcionan y si quitaras uno la película se desmorona. Su comedia está balanceada con el romance, no hay mucha acción ni aventuras pero tiene lo justo como para mantener a su audiencia al filo de la butaca. La fotografía de Dean Cudley es un referente para la fotografía de noche -te invito a ver un centro comercial de noche y después de la lluvia y no recordar la película- y cuando hay efectos especiales, son para el servicio de la película, no la devora ni nos hace olvidar de qué trata, más bien, el detalle de producción es hacia el pasado, y ver el pueblo de Hill Valley en los años 50’s es fascinante… y al final de todo el viaje tenemos un buen sabor de boca.

Por allá en 1985 la gente salía extasiada de la sala de cine, queriendo revivir la aventura de un chaparro y su mejor amigo un doctor loco… la situación no ha cambiado en 30 años ni creo que lo haga, Volver al futuro ha superado el paso del tiempo y lo hará hasta el fin de nuestros tiempos.

 

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