El 3 de Mayo el mundo despertó con algo extraño: Radiohead daba más señales de vida después de presentar su canción rechazada para Spectre (que en lo personal me parece mil veces mejor a la que nos dejó Sam Smith). Este impulso de vida y creatividad se daba con el estreno de su nuevo video/sencillo “Burn The Witch” .

3 días después aparecería otro sencillo, esta vez sería “Daydreaming” y también con video pero ahora dirigido por el siempre genial Paul Thomas Anderson y una nota final: el nuevo disco saldría este domingo. La banda después de 5 años de nada nuevo de pronto lanzaba una noticia que siendo honestos nadie esperaba… pero he ahí la magia de Radiohead.

Me gusta la banda, los recuerdo haber escuchado en mi infancia gracias a MTV cuando era un canal dedicado a mostrarte música y menos “inserte su desgracia” Shore. Lo que siempre me llamó la atención era su sonido tan extraño e incómodo que tenía, porque cuando aparecía un video de la banda, te hipnotizaba y pensabas en qué trataban de hacer visualmente. Incómodo porque había una melancolía latente en su música, pero aplicado con majestuosidad al momento de apreciar los sonidos tan experimentales que aplican y sobre todo unas letras que por lo general hablan sobre qué somos, casi mostrando a los seres de sus temas en un tono decadente y al término de sus vidas o capacidad de pensamiento… y realmente no puedo pensar en muchas bandas de esa época que pueda hacerte reflexionar sobre su mensaje ya sea en una plática o disponiendo todo tiempo que puedas a su música.

Radiohead representa para muchos el ritual de aplastar tu trasero y escucharlos.

No fui fanático de King of Limbs y es por ello que no supe nada -ni quería- de ellos. Fue un sonido que es respetable que decidieran realizar y generar, pero en lo personal no conectó conmigo. Así que estoy emocionado por volver a escucharlos después de tanto tiempo, es reencontrarme con una voz que me acompañó en momentos de soledad, no debo de ser el único.

Lo que uno se topa al escuchar el disco es uno que sí es más fácil de escuchar que el anterior, incluso se presentan más casos en los que existe una orquesta en el fondo, tomando en cuenta que Johnny Greenwood ha estado involucrado en la música de varias películas parece darle rienda suelta a esta expresión musical y se adecua a la perfección con la voz sin cambios de Thom Yorke. Pero lo punzante del disco es que es un conjunto de canciones muy tristes… demasiado tristes, y no lo parecen en una simple lectura pero escuchar Radiohead mientras haces algo de fondo puede representar un desperdicio en su contenido.

Detallo unos “highlights” personales:

La organización de A Moon Shaped Pool es sabia porque decide poner los sencillos como las primeras dos canciones. Burn the Witch hipnotiza desde el inicio con ese chirrido de violines mezclado con los sonidos electrónicos y una letra que retrata a las “brujas” de la sociedad, aquellos que si intentan alzar su voz terminan acosados. de ahí en adelante el disco no va a tener una canción que puedas considerar “movediza”.

El frenesí de las cuerdas se muere para dar paso a Daydreaming que es calmada y en donde Thom Yorke habla sobre las dificultades de los soñadores que tienen que adentrarse más en su mente para ser felices y también nos da a entender que se encuentra en una etapa de su vida que le cuesta, de hecho este elemento de pronto salta con la calma de la canción, por momentos se escuchan sonidos alterados que interpreto como gritos mentales de lo que parece calma absoluta.

Decks Dark retrata una invasión extraterrestre y la reacción de la gente que la percibe, o podría ser sobre nuestra incapacidad como seres humanos de resolver momentos críticos de nuestra vida y donde nos quedamos sin saber qué hacer.

Desert Island Disk permite por un momento al oyente respirar y constatar una canción de tono positivo, sobre la epifanía que resulta volver a la vida, es decir, sentir de nuevo esa sensación tras una temporada de letargo – o salir de una depresión- con un sonido folk, y uno que otro efecto electrónico flotando por ahí.

El sonido y tema de la canción contrasta mucho con Ful Stop canción que existe desde el 2012 y por fin aparece en un disco de la banda tras vivir enteramente de presentaciones; Ful Stop va acrecentándose conforme pasa el tiempo, llenándose de instrumentos y un coro que repite de manera incesante “Truth will mess you up”. De hecho no es la única canción que lleva tiempo con la banda y aparece por fin en el disco.

Glass Eyes es la canción más lastimera del álbum. Para empezar escuchamos un piano impuro y que acompaña la plática de un sujeto que tiene un ataque de pánico en público y huye. La alienación no es extraña en las letras de Radiohead, pero creo que aqui llega a un punto en el que se te seca la garganta, el relato del hombre de ojos vidriosos es algo por lo que he pasado y me resulta imposible el no identificarme con él.

Present Tense comparte el mismo trayecto que Ful Stop y también es un freno a un disco que sin este sería muy opresivo. Con guitarras acústicas llevan un ritmo de Bossa Nova una letra -de nuevo- de superación personal… es bastante agradable y la letra pues de nuevo recalca mucho de la situación actual de su vocalista.

True Love Waits cierra el disco, y al igual que varias de sus hermanas tiene una historia de no haber aparecido en un material de estudio, la peculiaridad es que se tardó 21 años en aparecer. Siendo la canción #100 de la banda y una de sus mejores composiciones que nos habla de dicho en palabras vulgares “la media naranja” y de la existencia inútil que presentimos tener sin esta.

Al término del álbum noto que Radiohead no es una banda que decide sacar un disco por encargo de la discográfica o por necesidad, cada uno representa una etapa de sus miembros y de cómo estos han cambiado de mentalidad a nivel personal -que se refleja como bofetadas en las letras- o sonoro. Es un disco muy denso, lleno de una atmósfera depresiva, pero se agradece tener la oportunidad de tener un material de la banda que, fuera bueno o malo de seguro haría hablar a sus fanáticos y que haría detener a la industria para voltear a verlos, eso habla de su impacto en nuestros oídos a través de tres décadas, mostrándonos lo turbio del estanque donde el ser humano se refleja todos los días.

No es un viaje fácil pero vamos, si una niña de 8 años los acaba de escuchar y le pareció interesante ¿por qué habríamos de cerrarle los oídos a todo mundo? Es una recomendación y grata sorpresa.

 

 

 

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