Local

EL METIDO / UN VAGO TRAJINAR DE AVÁNDARO POR LA MADERO

Hace más de cuatro décadas, un festival que marcó un híto en la historia de la música rock en nuestro país, dio origen también a uno de los desencuentros más injustos y absurdos de la historia moderna de nuestro México; la estigmatización de la banda rockera.

El festival Rock y Ruedas de Avándaro, que paradójicamente viera su origen en los pasillos del ahora gigante televisivo Televisa (en ese entonces telesistema mexicano) que tuvo entre sus principales organizadores a personajes como Luis de Llano, Jaime Almeida y el apoyo de Jacobo Zabludovsky en la difusión a través de su noticiero, logró una concurrencia sin precedentes para un evento que tenía la inocente, pero pretenciosa encomienda de convertirse en el “Woodstok Mexicano”.

Lo  lograron. Juntaron a más de 200 mil jóvenes, incluso hoy en día es una tarea que se antoja poco menos que imposible.

El éxito masivo del festival se vio opacado, por la incomprensión, en parte de las buenas conciencias, pero principalmente del Gobierno priísta de Luis Echeverria, quien con un pueblo aún con la herida supurante del 68 y la sutura fresca del “Halconazo” ocurrido apenas tres meses antes del festival, vio en el éxtasis de una generación congregada por el espíritu de la música rock, un potencial enemigo que había que apagar cuanto antes, valiéndose de todos los artilugios que tenía a su alcance, manipulando a los medios de comunicación, que tuvieron que publicar notas amarillistas desacreditando el festival y prohibiendo de tajo todos los conciertos de rock por más de una década y desencadenando a nivel social una “rockofobia” dejando a la deriva a muchísimos músicos que vivían del género de los cafés cantantes y el público que asistía a sus conciertos; muchas carreras terminaron, otras se fueron a pique y muy pocos lograron sobrevivir en la clandestinidad y el ingrato paraje de los “hoyos funkies”.

La historia del Rock en nuestra ciudad no ha sido mejor lograda, hay tanto que decir que sería prudente dejar para otra ocasión un artículo (o varios) donde se cuenten las heroicas hazañas de los rockeros que nos han precedido en esta loable labor de abrir espacios para el arte y el esparcimiento donde el rock & roll tenga cabida. En este momento me ocuparé de lo que acontece en nuestra particular “zona de conflicto”.

La Zona Centro de nuestro bonito León Guanajuato, La Calle Madero, La Calzada, habían sido zonas hasta hace dos o tres años, no olvidadas, pero sí con una muy distintiva vida nocturna. Los pocos negocios que se fueron estableciendo tenían por lo general bajo perfil y ofrecían una alternativa  a todo lo que los grandes centros comerciales, las grandes plazas o la zona de antros del bulevar Campestre  ofrecían. Lugares como el Francés, La Monarca, El León 23, el Panza Verde, El Cine Fantasia XXX,  El G bar, El One coffe, La arcadia, El After(con diferentes dueños y nombres, contaba con más de 15 de tradición en La Calzada) fueron lugares que la gente, la raza, el pueblo, hicieron sus lugares de esparcimiento y muchas bandas de rock que no tenían cabida en los lugares “fresas” pudieron refugiarse y forjar su historia en el centro de nuestra ciudad.

Todo cambio con la anterior administración, donde se activó y cambió  radicalmente la vida nocturna en el centro y particularmente en  la calle Madero.

El trayecto del “Francés” al “After” antes sombrió e inseguro (generalmente lo hacíamos a pie) era más bien colorido, nuevos lugares con un perfil más “nice” se establecieron, trayendo con sigo a la gente “bonita” con sus usos y costumbres, apropiándose de casi toda la calle, el pueblo y la gente “bien” volvían a converger en el corazón de la ciudad.

La actual administración comenzó en materia de bares y del conocido acoso de fiscalización relativamente bien, casi un año de gracia, sin mayor novedad, más que la sorpresa de que los señores de fisca estaban más comprensivos que bajo el régimen panista, pero ¡oh sorpresas te da la vida¡ el viejo fantasma del Avándaro se hizo presente cobrando su primera víctima, el After Revolution, bajo el argumento de la licencia de uso de suelo, aún y cuando habían recibido por años los pagos puntuales de multas, horas extras por extensión de horario y visitas regulares de las diferentes instancias de gobierno, finalmente se dictaminó que el lugar no podía seguir operando.

A la vuelta de la madero tocó el turno al cine Fantasia XXX, después, sin tener el orden especifico, le siguieron el bar  Chumani, el G bar y el Rock House. El común denominador? la mayoría de las personas que asistían a estos lugares son gente que no tiene cabida en las plazas, los centros comerciales, en los lugares “nice”.

Al estar, debido a mi trabajo, en contacto con amigos que son trabajadores y propietarios de algunos de estos lugares, sé que las autoridades no ven con buenos ojos a los “rockeros”; al menos no a los que se visten, a los que se ven como tales, a los que tienen el pelo largo, tatuajes, perforaciones.

“Está bien que toquen pop, pero ya música de esa fea ya no”. dicen haciendo  una clara referencia al rock duro y al metal, sugiriendo lo que está bien visto por ellos. No ven con buenos ojos a los homosexuales. Los periódicos al servicio del gobierno no hacen sino repetir las mismas parrafadas que dicen los representantes de las diferentes instancias, lo curioso es que los lugares a los que asiste  un público más “bonito” aparentemente no se les ha tocado.

Es pues el paralelismo que he encontrado entre dos eventos cronológica y demográficamente muy distantes, pero circunstancial e ideológicamente muy parecidos.

El Metido

Share: