El tema de la migración -humana- suele estar muy presente en el cine mexicano; hemos usado casi todos los géneros para tratar el tema. Es muy complicado, ciertamente, uno hasta puede ganar enemistades por un debate de esta índole.

En mi humilde y pequeña opinión: sólo digamos que existen muchos conflictos relacionados a la migración; todos los involucrados son culpables del problema, desde los gobiernos que se hacen de la vista gorda ante la situación, pasando incluso por la gente que tampoco comprende que un país no va a dejar entrar gente tan fácil, y mucho menos dejarlas trabajar siendo que tampoco puede dar abasto a sus propios habitantes.

El sueño americano murió hace mucho tiempo… la gente vive del cadáver de este.

No es un tema que me agrade ver en el cine; no por la situación, sino porque siento que es un tema muy rebuscado en nuestro cine, un tema que, de las pocas películas mexicanas que tienen la suerte de llegar a las salas de cine, son de esta temática. No por ello digo que sean malas, más bien es la primera impresión que me da el ver un póster o un tráiler con este género.

Eso pasó la primera vez que vi el trailer de la Jaula de Oro, mis ojos se movieron y mi cabeza pensó “otra vez”… no era exactamente la película que moría por ver. Pero quitando prejuicios me decidí a verla, y esta fue mi impresión. (Y no sean hipócritas, yo tengo ese prejuicio y mucha gente lo tiene con películas basadas en historietas, romance, o gente que sólo “quiero ver cine de arte”).

La Jaula de Oro nos cuenta la travesía que tienen 3 jóvenes: Juan, Sara y Samuel. Estos muchachos buscan, como de costumbre el sueño americano, en su travesía conocen a un joven indígena llamado Chauk, el cual se les pega. Sufren todo tipo de experiencias en el camino, todo para lograr pasar la frontera y prosperar en un lugar que aparentemente lo tiene todo.

El grupo está liderado por Juan, un muchacho que no tiene la apariencia de ser un líder, más bien, las circunstancias lo han obligado a serlo, no conocemos detalles sobre el por qué quieren viajar a E.U; vemos un grupo de jóvenes que viven en una ignorancia completa sobre qué es lo que quieren hacer, o viéndolo de otra manera, las situaciones que viven en su hogar, o país los han orillado a tratar de buscar nuevas opciones.

Yo me inclino un poco más a la ineptitud de los protagonistas, más claro no lo podemos tener: Chauk, un joven indígena, que ni siquiera sabe hablar español, quiere buscar el sueño americano, donde debes hablar inglés. Esto puede hacer que los personajes se vuelvan mártires, pero de manera triste así suele ser la realidad.

La película carece de muchos diálogos, esto presenta dos ventajas: la primera sería que podemos apreciar por mucho -y gracias a la bien lograda fotografía de María Secco- los lugares a donde se trasladan; siempre me han fascinado estos lugares abandonados, donde la naturaleza ha empezado a reclamar su espacio en el tiempo, y la película tiene muchos de estos. Desde edificios, lugares de carga y el desierto; de alguna manera nos hace reflexionar sobre el trayecto y las difíciles condiciones que sufren estos aventureros. Apreciar belleza donde pocas veces la hayamos.

Por el otro lado, falla un poco al sentir una camaradería entre los jóvenes;  son muchos los momentos tranquilos en los que si nos llegamos a preguntar el qué los orilló a esto. Pero cuando los hay, están muy bien logrados.

Un gran acierto del director Diego Quemada-Diez fue la idea de usar gente real; todos los personajes que aparecen no son interpretados por no  profesionales,  muchos de ellos inmigrantes, así que vemos a través de “expertos” lo que puede llegar a suceder, ante todas las situaciones que acontecen. No pude dejar de notar los rostros de los extras: rostros que reflejan una opresión por las injusticias que han sufrido y una suma tristeza.

Es entonces cuando nos damos cuenta que la película es un grito de desahogo para estos seres humanos.

El final no es difícil de adivinar, pero es muy, muy  amargo; en este momento la reflexión se vuelve más para los que han vivido, si todo el sufrimiento, la humillación, las pérdidas de familiares y amigos, y el miedo al no saber qué pasará mañana, han valido la pena.

La Jaula de oro sale del montón de películas del género, haciéndonos pensar y con un bello enfoque. Es una película que se tiene que ver con la intención, y si uno lo hace, el resultado puede ser gratificante… amén de toda su lista de premios en sus manos, logra hacer conexión con el público, y eso es lo que  muchas intentan y pocas logran.

 

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