El mundo se detuvo con el lanzamiento de Mortal Kombat. La idea de tener personajes “fotorrealistas” con los estándares de la época luchando a muerte con sangre y violencia por doquier levantó las cejas de miles de conservadores, religiosos, padres de familia y más…. por lo menos mi hermano y yo lo amábamos, era nuestro altar a la hora de gastar monedas juntos y la mejor manera de resolver los problemas que teníamos. Pocas veces peleamos en la niñez -algo aparentemente raro- pero cientos de clones de Scorpion y Sub Zero perecieron en nuestras manos. Es por ello que en cuanto supimos que existía una película de Mortal Kombat, gritamos de emoción y una espuma brotó por nuestras bocas: los dioses nos habían hecho caso.

Ahora, tomando en cuenta que habíamos visto los aberrantes fracasos de Mario Bros y Street Fighter en la pantalla grande, la verdad es que era estúpido mantener una idea de que esto iba a cambiar con esta película basada en un videojuego con una trama entéramente estúpida y más complicada que la física cuántica.

Pero no importaba, era el maldito Mortal Kombat.

Por fin pudimos ver esta obra cumbre de la cinematografía un sábado por la tarde cuando mi padre regresaba del trabajo y como de costumbre íbamos a rentar películas;  yo lo acompañaba pues la idea de ver tantas películas acomodadas en un lugar me emocionaba, me encantaba (y encanta) ver las cajas con el arte y la sinopsis, incluso el agarrar los cassetes de Super Nintendo y apreciarlos a pesar de que no contábamos con dicha consola; de entre tantas que había… ahí estaba frente a mis ojos ese inconfundible dragón. Mi padre no lo pensó mucho a pesar de que tenía en letras grandes la palabra Mortal, que es menos preocupante si uno se pone a pensar que hubo un imbécil que escribió Kombat y salió airado de todo problema. Fuimos por pollo rostizado para amenizar la película (y de paso jugar unas rondas en un establecimiento que tenía la particularidad de oler a pollo, grasa y pies) y al llegar a la casa, mi madre tenía preparada la mesa esperándonos, en la sala puesto que veríamos una película en familia; ellos no entendían el por qué sus idiotas querían ver con anhelo esta película pero de todas formas cumplieron cuál axioma preparado en la vida de un padre de familia, y naturalmente se aburrieron.

La emoción de ver a Scorpion se había cumplido, pero de manera contundente en mi mente también pasaba algo: ¿esto es Mortal Kombat? 20 años después vuelvo a ver la película, y le debo una disculpa a mis padres por semejante cicatriz emocional.

Hay un torneo donde los dioses deciden el destino de varias dimensiones -¿confundido?, no te preocupes, no lo mencionan a menudo- donde Raiden (Christopher Lambert) elige con sumo cuidado a los representantes de la tierra: Liu Kang (Robin Shou), Sonya Blade (Bridgette Wilson) y Johnny Cage (Linden Ashby) para que sean partícipes de Mortal Kombat. Liu Kang tras tener pesadillas de su hermano muerto recibe un telegrama donde su abuelo le confirma dicho evento.

 

El mejor telegrama de la historia.

El mejor telegrama de la historia, con todo y luz verde incidental.

 

Sonya Blade es una agente que está en busca de Kano (Trevor Goddard), el asesino de uno de sus compañeros, y Johnny Cage es un artista marcial que harto de que todos no lo tomen en serio decide meterse a este torneo para demostrar que es el mejor de los guerreros. Resulta que el organizador del evento es Shang Tsung (Cay Hiroyuki) hechicero que roba las almas de sus contrincantes y el autor material de la muerte del hermano de Liu Kang.

Mortal Kombat es un problema viviente que de manera misteriosa tuvo éxito en los años 90. Lo primero que uno nota y en cuestión de segundos es la horrible actuación de parte de todos los involucrados, que en suma de un guión carente de gracia y drama hacen de esta pelicula una obra de teatro estudiantil con un presupuesto arriba de lo esperado (pondría elevado pero los efectos dignos de nintendo 64 invalidan el argumento). Llena de clichés, “one liners ” lastimeros y el romance por defecto de los cuatro protragonistas -por pareja, obviamente- la hacen una película mala.

 

fdfsdf

A eso súmale la poca violencia en una película que adapta los combates de unos sujetos que al recibir una bofetada sueltan dos litros de sangre.

 

Sin embargo… y todos lo sabemos, es muy entretenida. Mortal Kombat no trata de ser Rocky, o El Ciudadano Kane; su aura de pestilencia se enrolla en un festin altamente divertido por su bajeza.

¿La trama apesta? no te preocupes, la película lo sabe y sólo quiere poner peleas, algunas de ellas bien coreografeadas como la de Scorpion vs Johny Cage, otras veces sólo parece que se abrazan, pero por lo menos las peleas de los ninjas están bien realizadas y curiosamente de los pocos momentos donde hay violencia, no como la del arcade pero similar a la versión del Super Nintendo ¿los actores apestan? oh sí, pero uno no deja de ver esto con morbo, uno no puede creer la incapacidad de los actores de generar empatía y que de pronto se vuelven los mejores amigos de la maldita historia.

 

Puntos extras a un Christopher Lamber ebrio que no conoce el espacio personal de las personas y que es el peor maestro de la historia.

Puntos extras a un Christopher Lambert ebrio que no conoce el espacio personal de las personas y que parece el tío borracho de la fiesta.

 

Y con todo su aroma fétido, hay que darle reconocimiento a Mortal Kombat donde lo merece, por que no todo está perdido; lo primero son los escenarios naturales que la película utiliza, escenarios orientales como templos e islas de piedra que sí nos venden la idea de misticismo, además de ser una especie de homenaje a la genial “Operación Dragón” (Robert Clouse, 1973). Mientras que los creados para la película con la técnica de pintura Matte nos hacen rememorar los escenarios que aparecen en los videojuegos; también agradezco a los realizadores que Goro no fuese una criatura digital y fuese un actor con disfraz animatronic, ocasionalmente se ve imponente y muy a la par de calidad de las tortugas en “Las Tortugas Ninja” (Steve Barron, 1990)… a pesar de que Johnny Cage le pegue en los testículos.

Y más importante, Mortal Kombat generó una  revolución en la industria musical, al reavivar el género Techno en la audiencia popular; todos los temas musicales que aparecen en la película pasarían a ser clásicos del “punchis punchis” en esta década, y es un excelente material de introducción si quieres saber más del sonido referente de la época, que si bien es añejo y demuestra la similitud en cientos de canciones, no deja de ser interesante.

 

Y qué sería de este mundo, sus gimnasios, las fiestas de Halloween, videos de Youtube y momentos de simpleza humana sin el legendario “Techno Syndrome” de The Inmortals, mejor conocido como el tema de Mortal Kombat. Su mezcla de sonidos del videojuego incesante hacen que uno con la mejor actitud del mundo quiera agarrarse a golpes. Intenten bailar esto frente a un grupo de adolescentes en un estado de ebriedad y habrán logrado pasar a la historia como los grandes.

 

Mortal Kombat fue un reflejo de una etapa, un experimento extraño en una década sedienta de ideas y que apostaba a todo, francamente apesta, pero con honestidad les puedo decir que he visto más veces Mortal Kombat que “Stalker” de Tarkovsky. No es algo que me haga sentir orgulloso pero es muestra de su calidad como película chatarra en la que si uno está simplón con los amigos y deciden hacer maratón de las “mejores peores películas”,  Mortal Kombat tiene la misma virtud que la obra del célebre director ruso.

Paul WS Anderson, gracias por hacer de mi infancia un bodrio y la mejor película de videojuegos, no comprendiste el material ni te esforzaste pero entregaste algo para la posterioridad… te lo digo con todo mi corazón.

 

Share: