El 22 de Mayo de 1885, aproximadamente una multitud de dos millones de personas asistieron a un funeral en Francia, este número es imponente si tomamos en cuenta que: a) era más de los habitantes en Francia en aquella época y b) fue para despedir a un autor. Esto dice mucho de la importancia y legado de Víctor Hugo en su país natal, así como del impacto literario de su obra. El autor era célebre por sus novelas en donde le había dado voz a los oprimidos, a aquellos que no tenían cabida en la importancia de la alta sociedad; Víctor Hugo era un auténtico campeón del pueblo, un héroe de la clase trabajadora.

Sus novelas tienen una complejidad y longitud que por obviedad se han intentado llevar al cine, pero no hay una obra que levante más cejas entre críticos y audiencia por igual que la de 1996, en la que la empresa más conocida por hacer películas de un contenido optimista intentó adaptar “Nuestra señora de París”.

Esta idea surgió por el interés de los animadores en contar una historia con el suficiente dramatismo, visuales y personajes para volverse en uno de los estandartes de la compañía. Ahora, yo viví -como todo niño en los 90’s- de la etapa final de Disney en el siglo pasado, y déjenme decirles que de todas, “El Jorobado de Notre Dame” debe de ser la película que más confundió y decepcionó a la gente en su tiempo.

En ella vemos la historia de Quasimodo, un hombre deforme que vive en lo más alto de la catedral de Notre Dame. Este hombre nunca baja por su aspecto y porque se le tiene prohibido de parte del juez Claude Frollo, quien se encarga de Quasimodo como si fuera su hijo, a pesar de que asesinara a la madre de este por ser una gitana y encima decidieran ponerle un nombre tan humillante (una finura de persona). Quasimodo a pesar de tener una vida tan triste, se siente optimista de que este año pueda bajar a conocer el mundo, sobre todo porque viene el festival de los tontos, un evento organizado por los gitanos que viven en los alrededores de París. Al festival asiste Frollo, acompañado de Febo, el nuevo capitán de la guardia. Estando en el festival presencian dos cosas, la aparición de Quasimodo en el festival -lo que conlleva a que este sea torturado por su fealdad- y a Esmeralda, una gitana que despierta pasiones en los tres hombres.

Y no los culpo, quiero decir ¡Mira eso! sé que es un dibujo pero... rayos.

Y no los culpo, quiero decir ¡Mira eso! Sé que es un dibujo pero… rayos.

Para lo que es – y a sabiendas de que es Disney– la película es una adaptación bien realizada de la obra. Omiten cosas que pudiesen resultar bastante ofensivas en una película animada como el trabajo de Frollo, el desinterés de Febo y el trágico desenlace, pero lo que tienen les permite explorar un tema que relaciona a los personajes principales: el deseo. El deseo mueve a Quasimodo a salir de su guarida y darse a conocer entre el mundo, el deseo mueve a Esmeralda a buscar que su gente sea aceptada en una sociedad que los toma como criminales y vagos, el deseo mueve a Febos a mostrarse como un buen capitán al servicio del necesitado y está por último Frollo, quien tiene una aproximación animal del deseo pues quiere poseer a una mujer a como dé lugar.

Quasimodo como protagonista es algo complicado, es obvio de que no es el personaje más rentable que pueda tener una película, pero es tal y como lo que intenta decir su personaje: no juzgar a un libro por su portada. La voz de Tom Hulce es dulce y realmente vende la idea de un alma caritativa dentro de un cuerpo indeseable. Claro que la idea de Quasimodo queda corta en comparación con Frollo.

Es uno de los personajes más complejos que hayan aparecido en un filme animado y es el mejor villano de Disney. Sí, seguro la audiencia recordará a Scar del Rey León, o a Maléfica de La Bella Durmiente, pero Frollo ejemplifica una visión más cercana a la realidad. Hombre de carácter religioso y que se rige bajo la ley y los santos -llegando en una parte a usar los preceptos de la biblia a su favor- siempre a su favor; es con la llegada de una mujer que hace que todo este mundo de templanza se desmorone. No es un personaje que en súbito se vuelve trágico, es un reverendo hijo de puta que no le importa si mata personas, él siempre va a ganar. Y a pesar de eso, resulta que con su lujuria se abre a la audiencia y de alguna forma comprendemos las razones por las que es así. Su aportación al filme es tal que no sólo representa el mayor peso en lo visual, la trama se mueve a partir de sus deseos e incluso en cuestiones musicales, el tema de Frollo es el tema de la película… y eso hasta donde yo recuerde no ha pasado en otra película.

Y se le debe agradecer la complejidad que proviene de un estudio que hasta en ese tiempo era reconocido por una canción de la vida debajo del mar.

Y se le debe agradecer la complejidad de un personaje proveniente de un estudio que hasta en ese tiempo era reconocido por una sobre un tal Hakuna Matata.

Además de representar un excelente nivel de protagonismo/antagonismo, la película es un deleite visual. Entiendes la razón por la que decidieron adaptar la novela de Víctor Hugo y es que tratan con respeto los edificios y la majestuosidad de la catedral de Notre Dame; encima de eso el diseño de los personajes comenzó a volverse más fino a comparación de las demás películas de Disney de la década, pues ahora estos se sienten como parte íntegra del escenario y se balancean a través de este generando tomas bien logradas a un sea por la luz y su composición.

Y ya existía un matrimonio entre el CGI y la animación tradicional.

Y ya existía un matrimonio entre el CGI y la animación tradicional.

La música de Alan Menken siempre es fascinante, pero en “El Jorobado de Notre Dame” alcanzó un punto cumbre: es su obra maestra. Si has tenido la oportunidad de ver la película en el cine, de seguro quedaste atrapado desde el inicio, con un coro misterioso que acompaña los títulos principales para después, explotar con un estilo gótico majestuoso como ningún otra película de Disney, esa canción es “The Bells of Notre Dame” y nos da una prueba de lo que es el tema de Frollo, que después apreciamos a un nivel dramático imposible de superar con “Hellfire”, la carta de amor que tiene el personaje desarrollada en un monólogo entre él y aquellos que lo pueden juzgar: un coro infernal. Pero la canción más crítica se encuentra en “God Help the Outcast”, en donde Esmeralda en una introspección decide hablar con Dios y lo único que pide es que su pueblo tenga seguridad y pueda ser feliz, que es una total diferencia en comparación de los creyentes que podemos escuchar pidiendo cosas tan banales y egoístas. Es una obra maestra, y una carta maestra para cuando escuches a una persona quejarse de que la compañía del ratón no puede hacer algo complejo.

Y a pesar de esto… no me puede gustar la película, por culpa de un simple elemento que cuando más lo piensas es más grotesco: las gárgolas.

Las odio.

Las odio.

El problema para mí está en que son innecesarias. La idea de que Quasimodo hable con un grupo de estatuas es una idea perfecta y trágica, sobre todo si estas de verdad fuesen piedras, pero no, ahí las tienes haciendo chistes de pedos, eructos, referencias a la cultura popular y desprestigian el mensaje que el personaje principal trata de dar al recriminar que son gordos o estúpidos, es incoherente, cuando más problema le buscas, razonas que estás viendo una gárgola enamorarse de una cabra en una adaptación de Víctor Hugo y te das cuenta de lo eternamente estúpido que suena eso. Y son un mal que si se hubiese quitado estaríamos frente a una de las películas más perfectas de la compañía, pero entiendo el por qué las pusieron: por miedo.

Y yo lo recuerdo a la perfección. Como cada viernes era una tradición el ir al cine con mi familia, asistimos a ver la última película de Disney con las intenciones de entretenernos. Antes de la función la pantalla mostró un video de Luis Miguel y antes de que pudieses decir “Qué carajos” comenzó la película, y no me gustó. Ni a mí, ni a mi familia, los niños salian llorando y por años resentí eso, hasta que la volví a ver siendo un adulto. Comprendo que esta en definitiva no era una película para niños, pero que desgraciadamente se tuvo que vender como tal. Los elementos infantiles rayan en lo absurdo ante una película que a través de sus elementos adultos captas una pasión por el proyecto, en donde se quería contar algo atrevido y valiente, pero con un mensaje esperanzador.

Pero en fin, por lo que es, también es una desgracia que de las películas de esa época quede en el olvido, porque en esencia esto es un diamante en bruto y que espero que las próximas generaciones puedan apreciar lo que yo no pude una viernes por la tarde de hace 20 años.

Pero viendo cómo en los highlights ponen un chiste de flatulencias, no entiendo qué carajos buscaba Disney con este proyecto. En fin: feliz 20 aniversario Quasimodo.

 

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