ALERTA: ESTA RESEÑA CONTIENE SPOILERS, ASÍ QUE TE RECOMENDARÍA VER LA PELÍCULA ANTES DE ECHARLE UN OJO A ESTE TEXTO.

ANDA, TE ESPERO CON MUCHO GUSTO.

Por allá en el 2006, nadie quería a Daniel Craig; yo también fui una de las personas que no creyó en él, pero he cambiado de mi opinión volviéndose mi 007 predilecto. Y su misión ha sido enorme y nada fácil: el hombre ha logrado hacer que la gente reavive el interés por una franquicia que parecía muerta, levantarla al nivel de leyenda y hacemos gritar por la espera tan eterna de cada una de sus aventuras.

Y aquí estamos, en los asientos del cine, esperando la llegada de James Bond redentor y todo lo que conlleva. La sala está por explotar, llena de mujeres que quieren fantasear con el agente, hombres mayores que recuerdan sus días de juventud aventando palomitas hacia un coreano que tiene por arma su sombrero, jóvenes que se imaginan siendo este hombre, y niños que probablemente estén frente a su primera película de Bond. Razones e intereses hay, sean adecuadas o no, lo cierto es que todos esperábamos una película excelente, y pues cumple, pero decepciona, razón de esta biblia llamada reseña.

James Bond (Daniel Craig) regresa tras una misión en México que no le fue autorizada. Sigue tras la pista de un nombre que escuchó mientras… espiaba. El nombre que escuchó fue “El Rey palído” y con la ayuda de sus siempre fieles Q (Ben Wishaw) y Moneypenny (Naomi Harris) logra indagar los orígenes de este título que lo llevan primero a investigar a Italia, donde conoce a la viuda del asesino -interpretada por Monica Bellucci- que se despachó en nuestro país, y le hace pasar la noche, además de por fin descubrir que existe una sociedad secreta que se hace llamar Spectre; sociedad que ha estado detrás de los planes de sus últimas aventuras, y de la cual su líder de inmediato reconoce a Bond.

 

Dejando a la audiencia vulnerable y más tomando en cuenta que Bond está en un club de supervillanos y matones.

Dejando a la audiencia vulnerable tomando en cuenta que Bond está en un club de supervillanos y matones.

 

Bond continúa indagando sobre la identidad del tenebroso líder de Spectre y se encuentra con el señor White -el tipo que recibió disparos en la rodilla al final de Casino Royale-, quien le hace prometer que cuidará a su hija que se esconde de la organización y ella lo llevará a descubrir la verdad de la cabeza principal de estos terroristas. Mientras tanto en el M I 6, M (Ralph Fiennes) se las ve negras, pues el jefe del M I 5 llamado C está buscando fusionar las dos agencias y eliminar por completo el fondo y proyecto de los agentes con licencia para matar.

Spectre indica que en efecto, esta será la primera aparición de la agencia enemiga de Bond en estas nuevas aventuras. Obviamente uno se cuestionaba la cronología -yo veo a James Bond como un nombre clave que usan espías a través de las décadas- y por supuesto, si el legendario Ernst Stavro Blofeld aparecería. Y sí, aparece, pero en vez de ser un regreso triunfal, el villano y su empresa se tambalean con diversos problemas. El primer golpe es por el ritmo, y es que la historia de la fusión entre el M I 6 y el M I5 dura mucho, no es interesante y aleja de manera tediosa a la audiencia de la búsqueda de Bond, una búsqueda que era la motivación principal de la película.

Esto hace por consecuencia que Blofeld sea poco desarrollado, y es una lástima, pues empieza genial con las escenas a oscuras y que te preparan para un villano de los buenos… para después volverse una caricatura simplona con todo y su plan que parece salido de un plan ACME, mandando al carajo todo lazo sentimental que el personaje tiene con el protagonista, decisión bastante atrevida que pusieron, pero inútil al final de cuentas. Christoph Waltz nació para ser un villano de Bond, ojalá y sea aprovechado la próxima vez (oh sí, olvidé decir que es de las pocas películas de Bond en donde, pues hace bien su trabajo de capturar a los malos)… pues si uno sabe un poco de la historia del personaje, y como termina la película, podríamos asegurar que va a regresar con una venganza hacia Bond.

Otro elemento que resulta trasgresor es el romance. Léa Seydoux es muy bella y elegante -a pesar de que más de uno anda esperando escenas como La vida de Adèle- además de ser una chica Bond que no es un simple pedazo de carne, ayuda momentáneamente en las escenas de acción y deja pensando a nuestro espía favorito… pero me resulta un insulto el lazo que forma con Bond. Un lazo que resulta ser fuerte a pesar de sólo haber pasado unos días junto al espía, y que hace que este considere las posibilidades de vivir sin misiones, gadgets ni muerte, justo como lo intentó con Vesper, a quien vimos que amó con fuerza y duraron meses en una “luna de miel”.

Estos problemas alejan de inmediato a Spectre de ser una gloria y punto máximo en el 007, y la vuelven decepcionante pues se esperaba más, pero no diría que es la peor película de Bond. Al contrario, es muy entretenida y como toda película de Sam Mendes, filmada de manera impecable, con una elegancia que da envidia.

Esta vez no lo acompaña el siempre excelente Roger Deakins en la fotografía, pero tiene a Hoyte van Hoytema. La fotografía en Spectre acentúa los colores fríos, que ocupan la mayor parte de la película. Claro que el ojo de Hoytema permite tener momentos de elegancia pura, como la llegada de Madeleine con su vestido que es un grito de modernidad rodeada de colores acre y estampados anticuados, las luces no hacen mas que darle volumen mientras se acerca a la cámara con ese vestido tan en-ta-lla-do.

 

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Cabe resaltar que tanto Hoytema como Stuart Baird -el editor en turno- han trabajado con Christopher Nolan.

 

La secuencia de México que engañará a uno que otro incauto a pensar que la película transcurre en la capital de la ciudad es ESPLÉNDIDA. Con un plano secuencia complicado de hacer, colorido, y que es un homenaje/licuado de “Sed de mal” (Orson Welles, 1958) y “Vive y deja morir” (Guy Hamilton, 1973) nos deja con la boca abierta y aterriza de manera metafórica y literal algo que Bond si bien no recupera pues siempre ha existido, sí tiene ahora en dosis mayores: el humor.

Un humor que hace que la película se sienta ligera y nos relajan del misterio que es Spectre, pues acompañan los diálogos de Bond que se muestra incrédulo ante las amenazas de una secta que vive en las sombras y en las secuencias de acción creativas y excelentemente coreografiadas.

Daniel Craig sí es el mejor Bond de la historia. Complejo, hemos visto por fin toda la construcción de lo que representa como Bond. De ser un inexperto que se movía con ira vengativa y que se volvió en un hombre que no tiene nada en la vida, razón suficiente para considerar como el amor de su vida a una mujer que apenas y conoce. Esto lo hace más triste, pero hay un conflicto de intereses en ti como audiencia, pues a pesar de que lo quieres ver para siempre, tiene que dejar a un lado esto que lo va a matar.

Los otros compinches de Bond, encarnados por Ben Wishaw, Naomi Harris y Ralph Fiennes -Q, Moneypenny y M respectivamente-no son pésimos, interactúan con Craig y se nota que trabajan en equipo, a pesar de que la película insista en poner a estos personajes en la subtrama de la fusión de las agencias. Pero ver en acción a Q junto a Bond vale mucho la pena.

Thomas Newman vuelve a componer para Bond. Su estilo ha sido del agrado para Mendes quien ha trabajado con él en 6 proyectos, y su material para Spectre funciona, aunque puede ser un poco complicado de querer oír por separado, hay temas excelentes como el de Madeleine pero padece de la sombra de lo que antes había hecho David Arnold y sobre todo John Barry, aún así Thomas Newman tiene sus seguidores. Y del tema, ni hablar… Sam Smith puede cantar bien, de hecho comienza bien pero a la hora de exponer su tono agudo en los puntos cumbres de la canción, me resulta imposible tomarlo en serio, y eso que la orquesta y la letra son bastante buenas… es un tema de Bond que no vamos a recordar.

 

 

Por lo que dice en múltiples entrevistas, Daniel Craig está cansado de ser Bond. El final de este 007, alejándose con una mujer y su siempre fiel Aston Martin DB5 es un hasta luego. Si esta es la despedida de Craig con su papel resulta ser una amarga si nos ponemos a pensar en el cariño que le tenemos, pero hay que dejar ir las cosas, y tomando en cuenta que ya le vale un carajo, tanto la película como su papel pudieron ser horrendos, cosa que no sucede.

No es horrenda, tiene elementos que la hacen entretenida, cumpliendo con el elemento básico de una película de Bond, solamente que sus elementos “controversiales” no son aprovechados. Si quieres ver una película horrenda de Bond, te recomiendo “Otro día para morir” (Lee Tamahori, 2002). Como la sala me lo comprobó, la gente sale feliz, esas mujeres tendrán una noche agitada llena de peligro y seducción, esos hombres van a soñar que manejan un auto a toda velocidad, y tanto la vieja y nueva generación no va a dejar que Bond deje de ser uno de los personajes más queridos del cine.

 

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